Hace 20 años, los 476 CV y 700 Nm del Clase G 55 AMG Kompressor eran cifras propias de un superdeportivo que convertían al 4×4 de Mercedes en el todoterreno más potente del mundo. Disponible únicamente en versión larga y carrocería Station Wagon, la nueva creación de AMG tardaba 5,6 segundos en alcanzar los 100 km/h desde parado, y si su conductor seguía acelerando, en sólo 17,4 segundos más ya rodaba a 200 km/h.
Poco después se alcanzaban los 210 km/h a los que se había decidido limitar su velocidad máxima. Con este auténtico dragster todoterreno quedaba patente que AMG había dejado de ser un preparador independiente para formar parte de la estrategia de vehículos de altas prestaciones de Mercedes.
El Clase G 55 Kompressor es uno de los hitos en la historia de AMG
Creada por Hans Werner Aufrecht (A) y Erhard Melcher (M) en un viejo molino en Grossaspach (G), Alemania, en 1967, la Konstruktion und Versuch zur Entwicklung von Rennmotoren (oficina de ingeniería, construcción y ensayo para el desarrollo de motores de competición, posteriormente conocida como AMG) logró importantes y tempranos éxitos en competición, gracias a los cuales la compañía creció rápidamente, obligándoles a ampliar sus instalaciones y mudarse a la localidad de Affalterbach, a poco más de 30 kilómetros de Stuttgart, donde aún hoy tiene su sede.
Prácticamente desde sus orígenes, AMG desarrolla mejoras para los motores Mercedes, que se preparan de manera artesanal bajo el axioma “un hombre, un motor”, haciendo que cada técnico se responsabilice del montaje al completo de cada unidad motriz que pasa por Affalterbach. Al contrario de lo habitual, el motor no se desplaza por una cadena de montaje, sino que el técnico es el que va completando todas las fases de la preparación. Con ello, se logra un extraordinario compromiso personal con cada unidad, y por ello, cada uno de los motores lleva una placa firmada por el especialista que lo ha montado.

Más cilindrada y potencia para el Mercedes Clase G 55 AMG Kompressor
En concreto, en el caso de este estratosférico Clase G, el V8 M 113 recibía un importante incremento de cilindrada gracias al aumento de su carrera, que pasaba de 84 a 92 mm, mientras que el diámetro se mantenía en 97 mm, conservándose unas cotas “cuadradas” para garantizar una buena respiración a altas revoluciones.
Tras ganar casi medio litro y alcanzar los 5.439 cm3, se instalaba un gran compresor Lysholm movido por el propio cigüeñal mediante correa que giraba a más de 23.000 rpm cuando el V8 alcanzaba las 6.500 vueltas. En ese momento, la admisión recibía un caudal de 1.850 kilos de aire por hora, y la presión máxima de la sobrealimentación alcanzaba 0,8 bares.
El accionamiento electromagnético del compresor era completamente electrónico, y desde sólo 1.500 rpm, el conductor de este Clase G hipertrofiado podía extraer de su motor V8 nada menos que 560 Nm de par, que se elevaban hasta los 650 Nm a 2.000 rpm, alcanzando los 700 Nm a 2.650 r.p.m. y manteniéndolos hasta las 4.500 vueltas.

El Mercedes G 55 AMG Kompressor era mucho más que un 4×4 con un motor “gordo”
Por supuesto, antes de que el motor V8 AMG sobrealimentado pudiera instalarse en el Clase G, el sistema de propulsión, el chasis y los sistemas de frenos tuvieron que someterse a un importante programa de modificaciones y desarrollo.
Un nuevo cárter de aceite garantizaba un suministro fiable de lubricante en todo momento, mientras que un intercooler junto al motor y dos radiadores aire/agua adicionales en la parte delantera del vehículo reducían la temperatura del aire de admisión, asistidos por un potente ventilador extractor eléctrico. El sistema de escape deportivo AMG contaba con tubos más grandes y catalizadores optimizados para cumplir con la norma de emisiones Euro 4, rematados con llamativas colas de escape ovaladas.
Para contener las oscilaciones de la carrocería en carretera, se instalaron muelles de mayor rigidez en el eje delantero y amortiguadores de gas reajustados en todas las ruedas, buscando el compromiso óptimo entre la agilidad que se espera de un deportivo y el confort de marcha que ha de tener un Mercedes, sin renunciar tampoco a la capacidad de articulación que requiere un todoterreno extremo.
Y es que el nuevo G 55 AMG Kompressor había de mantener un rendimiento todoterreno excepcional, por lo que se conservaban la caja tránsfer con reductora, los tres diferenciales bloqueables y el Sistema Electrónico de Tracción (4-ETS), junto con el ESP y el Asistente de Frenado (BAS), todo ello debidamente recalibrado.
El sistema de frenos recibía discos ventilados de alto rendimiento en las cuatro ruedas, y el vehículo no escondía sus prestaciones exhibiendo unas llamativas llantas de aleación AMG de cinco radios calzadas con neumáticos 285/55 R18, todo ello cubierto por aletines ensanchados pintados en el mismo tono que el resto de la carrocería.
Y, como de costumbre, la historia del Clase G no dejaba de registrar hitos desde su lanzamiento en un ya lejano 1979. En el mismo 2004 en el que se lanzaba el G 55 Kompressor, las ventas acumuladas del Clase G militar desde su nacimiento rondaban las 60.000 unidades, tal y como recogía Mercedes en la documentación para la prensa de la feria militar Eurosatory de aquel año.
Fotos del Mercedes Clase G 55 AMG Kompressor




