Desde Bruselas llega una medida que promete sacudir el bolsillo de los conductores de diésel en España: una subida obligatoria de aproximadamente 11 céntimos por litro. Esta decisión forma parte de un paquete más amplio de condiciones vinculadas a los fondos europeos Next Generation. Lo que podría parecer una maniobra técnica para igualar precios entre combustible diésel y gasolina, encierra implicaciones políticas, económicas y medioambientales profundas.
En este artículo analizamos, con rigor, por qué se impone este incremento, qué impacto tendrá y cómo se ha llegado a esta encrucijada. Te contamos la verdad detrás del “subidón” fiscal.
5Propuestas para mitigar el impacto

Comparar para equiparar no implica igualar el sufrimiento. Frente a la subida automática, la patronal de estaciones de servicio (CEEES) propone una aproximación gradual durante tres años, vinculada a bonificaciones para combustibles renovables como bioetanol o hidrógeno. Esto permitiría reducir el shock inflacionario y fomentar una transición energética justa.
Con este modelo, se mantiene la senda ecológica exigida por Bruselas pero con menos coste social inmediato y posible desarrollo de infraestructura renovable. Es una vía de consenso que podría desbloquear fondos sin presionar tanto a conductores y empresas.