El verano es sinónimo de kilómetros, maleteros llenos y coches que pasan más tiempo del habitual bajo el sol o soportando atascos interminables a más de 40 ºC. Todo eso tiene un precio, tanto para el conductor como para el propio vehículo. Los meses estivales suelen ser los más exigentes para la mecánica: altas temperaturas, cargas adicionales y largas jornadas de uso hacen que, al terminar las vacaciones, muchos coches arrastren pequeños desgastes que, si no se revisan a tiempo, pueden convertirse en averías serias.
Por eso, al igual que uno revisa las fotos del viaje o vacía las maletas al regresar a casa, también conviene darle a tu coche un “chequeo de vuelta”. Detectar a tiempo niveles bajos de líquidos, neumáticos fatigados o sistemas que no funcionan al cien por cien es la mejor receta para mantener la seguridad y evitar gastos innecesarios. Y lo mejor: muchas de estas comprobaciones son rápidas y pueden hacerse en casa o en una gasolinera.
9Protección del interior y la pintura que siempre sufre en vacaciones
El sol y el calor pasan factura tanto al interior como al exterior del coche. Tapicerías, plásticos y sistemas electrónicos se deterioran si no se protegen adecuadamente. Usa parasoles, mantén limpio el interior y evita dejar objetos sensibles al calor dentro del habitáculo.
En el exterior, una buena limpieza y, si es posible, aplicar una capa de cera protectora, ayudará a mantener la pintura y a proteger la carrocería frente a los rayos ultravioleta.








