El verano es sinónimo de kilómetros, maleteros llenos y coches que pasan más tiempo del habitual bajo el sol o soportando atascos interminables a más de 40 ºC. Todo eso tiene un precio, tanto para el conductor como para el propio vehículo. Los meses estivales suelen ser los más exigentes para la mecánica: altas temperaturas, cargas adicionales y largas jornadas de uso hacen que, al terminar las vacaciones, muchos coches arrastren pequeños desgastes que, si no se revisan a tiempo, pueden convertirse en averías serias.
Por eso, al igual que uno revisa las fotos del viaje o vacía las maletas al regresar a casa, también conviene darle a tu coche un “chequeo de vuelta”. Detectar a tiempo niveles bajos de líquidos, neumáticos fatigados o sistemas que no funcionan al cien por cien es la mejor receta para mantener la seguridad y evitar gastos innecesarios. Y lo mejor: muchas de estas comprobaciones son rápidas y pueden hacerse en casa o en una gasolinera.
5Dibujo y antigüedad de los neumáticos
Además de la presión, el dibujo de la goma es otro punto crítico. Para verano se recomienda tener al menos 3 mm de profundidad, aunque el límite legal sea de 1,6 mm. Recuerda que un neumático con poco dibujo aumenta el riesgo de aquaplaning y alarga la frenada.
No olvides revisar la fecha de fabricación que aparece en el flanco del neumático. Aunque a simple vista parezcan en buen estado, a partir de los seis u ocho años empiezan a perder propiedades y conviene sustituirlos.








