El verano es sinónimo de kilómetros, maleteros llenos y coches que pasan más tiempo del habitual bajo el sol o soportando atascos interminables a más de 40 ºC. Todo eso tiene un precio, tanto para el conductor como para el propio vehículo. Los meses estivales suelen ser los más exigentes para la mecánica: altas temperaturas, cargas adicionales y largas jornadas de uso hacen que, al terminar las vacaciones, muchos coches arrastren pequeños desgastes que, si no se revisan a tiempo, pueden convertirse en averías serias.
Por eso, al igual que uno revisa las fotos del viaje o vacía las maletas al regresar a casa, también conviene darle a tu coche un “chequeo de vuelta”. Detectar a tiempo niveles bajos de líquidos, neumáticos fatigados o sistemas que no funcionan al cien por cien es la mejor receta para mantener la seguridad y evitar gastos innecesarios. Y lo mejor: muchas de estas comprobaciones son rápidas y pueden hacerse en casa o en una gasolinera.
4Presión y estado de los neumáticos
Los neumáticos son el único contacto con el asfalto y sufren especialmente con altas temperaturas y viajes cargados. Revisar la presión tras las vacaciones es fundamental, ya que puede haber variado con los cambios de temperatura o con la carga extra de equipaje.
Circular con 0,2 o 0,3 bares de menos supone mayor desgaste, más consumo y menos agarre. Aprovecha también para comprobar las válvulas y corregir cualquier fuga.








