El verano es sinónimo de kilómetros, maleteros llenos y coches que pasan más tiempo del habitual bajo el sol o soportando atascos interminables a más de 40 ºC. Todo eso tiene un precio, tanto para el conductor como para el propio vehículo. Los meses estivales suelen ser los más exigentes para la mecánica: altas temperaturas, cargas adicionales y largas jornadas de uso hacen que, al terminar las vacaciones, muchos coches arrastren pequeños desgastes que, si no se revisan a tiempo, pueden convertirse en averías serias.
Por eso, al igual que uno revisa las fotos del viaje o vacía las maletas al regresar a casa, también conviene darle a tu coche un “chequeo de vuelta”. Detectar a tiempo niveles bajos de líquidos, neumáticos fatigados o sistemas que no funcionan al cien por cien es la mejor receta para mantener la seguridad y evitar gastos innecesarios. Y lo mejor: muchas de estas comprobaciones son rápidas y pueden hacerse en casa o en una gasolinera.
3Líquido de frenos: seguridad en cada parada
El sistema de frenos es uno de los más castigados durante los viajes largos y con calor. El líquido de frenos, con el tiempo, absorbe humedad y pierde eficacia. De ahí que los expertos recomienden cambiarlo cada dos años.
Si notas el pedal esponjoso, mayor distancia de frenado o cualquier comportamiento extraño, conviene hacer una revisión inmediata. Un diagnóstico electrónico también puede detectar problemas en el ABS o en los sensores de desgaste de las pastillas.








