El verano es sinónimo de kilómetros, maleteros llenos y coches que pasan más tiempo del habitual bajo el sol o soportando atascos interminables a más de 40 ºC. Todo eso tiene un precio, tanto para el conductor como para el propio vehículo. Los meses estivales suelen ser los más exigentes para la mecánica: altas temperaturas, cargas adicionales y largas jornadas de uso hacen que, al terminar las vacaciones, muchos coches arrastren pequeños desgastes que, si no se revisan a tiempo, pueden convertirse en averías serias.
Por eso, al igual que uno revisa las fotos del viaje o vacía las maletas al regresar a casa, también conviene darle a tu coche un “chequeo de vuelta”. Detectar a tiempo niveles bajos de líquidos, neumáticos fatigados o sistemas que no funcionan al cien por cien es la mejor receta para mantener la seguridad y evitar gastos innecesarios. Y lo mejor: muchas de estas comprobaciones son rápidas y pueden hacerse en casa o en una gasolinera.
2Refrigerante: la defensa contra el calor

El líquido refrigerante, o anticongelante, es otro gran olvidado que cobra importancia después del verano. Su función es mantener el motor en una temperatura adecuada y evitar sobrecalentamientos. Siempre debe revisarse en frío y rellenarse con la mezcla específica que indique el fabricante.
Si durante las vacaciones viste cómo la aguja de la temperatura subía más de la cuenta en atascos o al subir puertos de montaña, es señal de que debes revisar el sistema. Radiador, termostato o bomba de agua pueden estar afectados. No lo dejes pasar, porque un fallo en el sistema de refrigeración puede provocar averías muy costosas.