El verano es sinónimo de kilómetros, maleteros llenos y coches que pasan más tiempo del habitual bajo el sol o soportando atascos interminables a más de 40 ºC. Todo eso tiene un precio, tanto para el conductor como para el propio vehículo. Los meses estivales suelen ser los más exigentes para la mecánica: altas temperaturas, cargas adicionales y largas jornadas de uso hacen que, al terminar las vacaciones, muchos coches arrastren pequeños desgastes que, si no se revisan a tiempo, pueden convertirse en averías serias.
Por eso, al igual que uno revisa las fotos del viaje o vacía las maletas al regresar a casa, también conviene darle a tu coche un “chequeo de vuelta”. Detectar a tiempo niveles bajos de líquidos, neumáticos fatigados o sistemas que no funcionan al cien por cien es la mejor receta para mantener la seguridad y evitar gastos innecesarios. Y lo mejor: muchas de estas comprobaciones son rápidas y pueden hacerse en casa o en una gasolinera.
1Aceite del motor: la sangre del coche no solo en vacaciones

El aceite es vital para el funcionamiento del motor, ya que lubrica, refrigera y evita el desgaste prematuro de las piezas. Después de cientos de kilómetros en condiciones exigentes, es probable que el nivel haya bajado. Por eso, la primera comprobación tras las vacaciones debe ser revisar el nivel de aceite en frío y con el coche en llano.
Si el nivel está cerca del mínimo, conviene rellenar con el aceite recomendado por el fabricante. También es recomendable llevar siempre un litro de repuesto en el maletero por si surge alguna urgencia. Y si detectas que el consumo ha sido superior a lo normal, puede ser señal de fugas o de un desgaste en componentes internos.