Conducir un vehículo implica una enorme responsabilidad. No solo hay que respetar las normas de tráfico, sino también tener la capacidad física y mental adecuada para hacerlo de forma segura. Por ello, la Dirección General de Tráfico (DGT), junto con el Reglamento General de Conductores, establece una serie de restricciones médicas que impiden obtener, renovar o mantener el permiso de conducción si se padecen determinadas enfermedades. La razón es clara: proteger la seguridad del propio conductor y de los demás usuarios de la vía.
De hecho, según los expertos de Cleverea, compañía especializada en seguros para automóviles y motos, circular con una enfermedad que inhabilite para conducir sin tener un informe médico favorable puede acarrear multas de hasta 6.000 euros, y lo que es peor: dejar al conductor sin cobertura del seguro en caso de accidente. A continuación, repasamos las diez patologías más comunes que pueden suponer una barrera para seguir al volante.
4Trastornos sanguíneos: cuando la fatiga se convierte en riesgo

Enfermedades como la anemia pueden causar mareos, somnolencia o pérdida de conciencia, síntomas claramente incompatibles con la conducción. En casos leves, no hay problema, pero si el diagnóstico es más serio, será necesario un informe médico favorable e incluso se puede restringir el permiso de conducir por periodos superiores a un año.
Otras patologías como la hemocromatosis o trastornos mieloproliferativos también requieren supervisión médica específica, ya que sus síntomas pueden alterar las capacidades del conductor.