Conducir un vehículo implica una enorme responsabilidad. No solo hay que respetar las normas de tráfico, sino también tener la capacidad física y mental adecuada para hacerlo de forma segura. Por ello, la Dirección General de Tráfico (DGT), junto con el Reglamento General de Conductores, establece una serie de restricciones médicas que impiden obtener, renovar o mantener el permiso de conducción si se padecen determinadas enfermedades. La razón es clara: proteger la seguridad del propio conductor y de los demás usuarios de la vía.
De hecho, según los expertos de Cleverea, compañía especializada en seguros para automóviles y motos, circular con una enfermedad que inhabilite para conducir sin tener un informe médico favorable puede acarrear multas de hasta 6.000 euros, y lo que es peor: dejar al conductor sin cobertura del seguro en caso de accidente. A continuación, repasamos las diez patologías más comunes que pueden suponer una barrera para seguir al volante.
2Problemas visuales: ver bien es clave para la DGT

Más del 90 % de la información que procesamos al conducir llega por los ojos. Por eso, la DGT exige una agudeza visual mínima de 0,5, incluso con lentes correctoras. Una visión inferior a este umbral triplica el riesgo de accidente. Además, quienes se hayan sometido a cirugía ocular deben esperar un mes para volver a conducir y presentar un informe médico que avale su recuperación.
Situaciones como la dilatación de pupilas tras un examen oftalmológico también inhabilitan temporalmente para la conducción. La DGT es clara: sin visión suficiente, no hay volante.