El año 2035 está marcado en rojo en muchos calendarios. Es el año en el que la Unión Europea quiere que se dejen de vender coches nuevos de gasolina, diésel o híbridos, el punto de no retorno hacia el coche 100% eléctrico.
Sin embargo, Bruselas ha decidido revisar todo el plan antes de lo que se esperaba. Lo que iba a pasar en 2026, ahora se decidirá en 2025. Y esta decisión lo cambia todo.
1¿Qué es lo que va a revisar la Unión Europea?
El Reglamento 2019/631, nombre técnico de la ley que pone los objetivos de reducción de emisiones de CO2 a los fabricantes de coches, es la norma que dice que, para 2030, los coches nuevos deben contaminar un 55% menos que en 2021, y para 2035, un 100% menos. Esa reducción del 100% para 2035 es, en la práctica, la prohibición de vender motores que echen humo por el tubo de escape.
Sin embargo, cuando se aprobó esta ley, los propios políticos incluyeron una cláusula de revisión. Acordaron volver a mirar la norma en 2026 para ver cómo iba todo. Querían comprobar si la tecnología avanzaba al ritmo esperado, cómo afectaba la medida al empleo en la industria y si los ciudadanos podían permitirse el cambio.
Ahora, y tras las presiones de los principales fabricantes de motores del continente, la Comisión Europea ha confirmado que esa revisión no se hará en 2026, sino en 2025. ¿Por qué las prisas?
El ambiente ha cambiado mucho desde las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2024. El famoso «Pacto Verde», el gran plan ecológico de Europa, está recibiendo muchos golpes. Hay protestas de los agricultores, malestar por los costes de la energía y la inflación. Los políticos están nerviosos. Se han dado cuenta de que apretar demasiado y demasiado rápido puede tener un coste social y económico que los votantes no están dispuestos a pagar.
El partido político más grande de Europa, el Partido Popular Europeo (PPE), que fue uno de los grandes impulsores del Pacto Verde, ahora parece que está dando marcha atrás. Son los primeros interesados en que esta revisión se haga cuanto antes porque quieren usar esa revisión de 2025 no solo para comprobar cómo van las cosas, sino para modificar la ley.
Han empezado a hablar de «neutralidad tecnológica», abriendo la puerta a que los motores de combustión puedan tener una segunda vida más allá de 2035, siempre y cuando usen combustibles que no sean fósiles.








