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domingo, 9 noviembre 2025

El tubo de escape, la pieza olvidada en la lucha contra las emisiones

El tubo de escape es mucho más importante de lo que parece: no solo reduce el ruido, sino también las emisiones contaminantes.

En la carrera por reducir las emisiones contaminantes y hacer del automóvil un aliado más limpio para el planeta, la atención suele centrarse en los grandes protagonistas: los motores eléctricos, los biocombustibles, las baterías o los filtros de partículas. Sin embargo, hay un elemento mecánico que rara vez recibe el reconocimiento que merece, aunque su papel sea decisivo: el tubo de escape.

Para muchos conductores, el escape es solo ese conducto metálico que sobresale discretamente por la parte trasera del coche. Pero detrás de su aparente simplicidad se esconde un sistema complejo y vital para el funcionamiento del motor, la reducción del ruido y, sobre todo, la disminución de las emisiones. Cuando se deteriora o se descuida, no solo afecta al rendimiento del vehículo, sino que puede multiplicar la contaminación y suponer un riesgo para la salud.

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La homologación del escape, una cuestión de ley y seguridad

fuente: propia

El escape también tiene su lado legal. Muchos conductores desconocen que no se puede sustituir o modificar libremente sin cumplir las normativas de homologación. Cambiar un silenciador por otro “más deportivo” o recortar el tubo sin tener en cuenta la geometría original puede provocar que el coche no pase la ITV o incluso recibir una multa.

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Según la legislación española, cualquier modificación que afecte al nivel sonoro, las emisiones o la estructura del sistema se considera una reforma de importancia, y por tanto debe homologarse. El sistema de escape no solo tiene que cumplir las normativas europeas de ruido, sino también las de emisiones.

Las ITV revisan con detalle que no existan fugas, corrosión ni deformaciones. Además, comprueban el nivel de ruido y la composición de los gases de escape. Si los valores superan los límites establecidos, el vehículo es rechazado. En ese sentido, mantener el escape en buen estado no es solo una cuestión técnica: también es una forma de evitar sanciones y asegurar que el coche cumple con su etiqueta medioambiental.

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