La comparación es tan llamativa como provocadora: según un estudio independiente reciente, los Tesla se parecen más a los kleenex de lo que muchos de sus propietarios querrían admitir. Es decir, productos pensados para un uso intensivo durante un tiempo relativamente corto, pero con una vida útil condicionada por factores que van más allá del simple desgaste mecánico. En una industria tradicionalmente obsesionada con la durabilidad, esta afirmación ha levantado ampollas.
El coche eléctrico, y Tesla como su principal estandarte, ha cambiado las reglas del juego en muy poco tiempo. Software, actualizaciones remotas, baterías y electrónica han pasado a ser tan importantes como el motor o el chasis. Pero este nuevo enfoque también abre un debate incómodo: ¿estamos ante vehículos diseñados para durar muchos años o ante productos tecnológicos con fecha de caducidad, muy al estilo de un kleenex?
5¿Usar y tirar o simplemente una nueva forma de entender el coche?
La conclusión del estudio no es necesariamente una condena a Tesla, sino una reflexión sobre cómo ha cambiado el automóvil. Los coches actuales, especialmente los eléctricos más avanzados, ya no se conciben como bienes “para toda la vida”. Se parecen más a productos tecnológicos, sujetos a ciclos rápidos de innovación y sustitución.
En este contexto, la comparación con los kleenex funciona como metáfora: no implica mala calidad, sino una filosofía distinta. Tesla ofrece coches rápidos, eficientes y tecnológicamente punteros, pero su valor reside en el presente más que en la longevidad. Para algunos conductores esto es un problema; para otros, simplemente el precio a pagar por estar a la última.








