La comparación es tan llamativa como provocadora: según un estudio independiente reciente, los Tesla se parecen más a los kleenex de lo que muchos de sus propietarios querrían admitir. Es decir, productos pensados para un uso intensivo durante un tiempo relativamente corto, pero con una vida útil condicionada por factores que van más allá del simple desgaste mecánico. En una industria tradicionalmente obsesionada con la durabilidad, esta afirmación ha levantado ampollas.
El coche eléctrico, y Tesla como su principal estandarte, ha cambiado las reglas del juego en muy poco tiempo. Software, actualizaciones remotas, baterías y electrónica han pasado a ser tan importantes como el motor o el chasis. Pero este nuevo enfoque también abre un debate incómodo: ¿estamos ante vehículos diseñados para durar muchos años o ante productos tecnológicos con fecha de caducidad, muy al estilo de un kleenex?
1Qué dice realmente el estudio y por qué ha generado polémica
El informe en cuestión no afirma que los Tesla “se rompan” de forma prematura, sino que analiza su ciclo de vida completo: desde la fabricación hasta el momento en que dejan de ser económicamente viables de mantener. En ese punto es donde surge la analogía con el kleenex, un producto funcional, eficaz y cómodo, pero concebido para ser reemplazado, no reparado ni conservado durante décadas.
Los investigadores señalan que factores como la rápida evolución tecnológica, la depreciación acelerada y el elevado coste de ciertas reparaciones hacen que muchos Tesla sean sustituidos antes que otros coches tradicionales. No porque no puedan seguir circulando, sino porque mantenerlos actualizados o repararlos resulta, en ocasiones, poco rentable para el propietario medio.







