Te montas en el coche, giras la llave o pulsas el botón de arranque, pero el coche no reacciona. O peor aún, escuchas un un «clic» seco que te hiela la sangre. En ese mismo momento sabes que la avería ha llegado y, como siempre, lo ha hecho cuando peor te viene. Tienes prisa, llueve, o simplemente no puedes permitirte un fallo ahora.
En muchos casos, el responsable de este fallo tiene nombre y apellido, y con un poco de conocimiento podrías haberlo prevenido. Una pieza pequeña, pero poderosa, que actúa como puerta de entrada de la energía del motor de arranque de tu coche.
El puente entre la batería y el motor

Esta pieza se llama solenoide, y su función es vital a la hora de arrancar el coche. Cuando necesitas despertar el motor, te hace falta un empujón inicial muy fuerte que lo haga girar. Ese empujón es el que da el motor de arranque, que funciona con electricidad de la batería.
El problema es que el motor de arranque necesita una corriente eléctrica enorme para poder mover el motor. Si esa tensión pasara directamente por los delicados contactos del interruptor de la llave se quemarían al instante.
Aquí es donde entra en juego el solenoide, cuya función es actuar como un doble interruptor electromagnético, un puente que hace dos cosas a la vez.
Cuando giras la llave, envías una pequeña señal eléctrica al solenoide. Esta pequeña corriente eléctrica activa una bobina de hilo conductor que hay en el interior, creando un campo magnético.
Este campo magnético atrae o empuja un pequeño pistón en su interior. Al moverse, cierra unos contactos internos que permite que la corriente potente de la batería fluya directamente al motor de arranque.
Pero eso no es todo. Antes de cerrar el circuito eléctrico, el solenoide tiene que hacer algo más con ese núcleo metálico que se mueve.
Ese núcleo está conectado a una horquilla o palanca. Cuando el campo magnético lo empuja, esta horquilla, a su vez, desplaza el piñón del motor de arranque hacia adelante. Este piñón tiene que encajar con la corona dentada del volante del motor, que es el que hace girar el cigüeñal.
Solo cuando el piñón está engranado de forma correcta es cuando el solenoide cierra el circuito eléctrico, permitiendo que el motor de arranque gire y le dé al motor del coche ese empujón inicial para que despierte.
La importancia de una buena revisión

El solenoide tiene partes eléctricas y partes mecánicas. Y como en cualquier pieza que se mueve y maneja grandes cantidades de electricidad, el desgaste es inevitable.
Por eso, la revisión periódica del solenoide y de todo el motor de arranque es esencial si quieres reducir las averías a cero y evitar quedarte tirado.
Prestar atención a los síntomas es tu mejor arma de prevención. Si notas alguno de estos fallos, es hora de ir al taller a revisar, no solo la batería, sino también el solenoide:
- Silencio total: Giras la llave o pulsas el botón y no pasa nada. El solenoide no recibe la señal eléctrica, no se activa, y por tanto, no cierra el circuito al motor de arranque. Puede ser un fallo interno de la bobina o un problema de cableado.
- Clic metálico: Escuchas un único y fuerte «clic» al intentar arrancar, pero el motor no gira. Esto es la señal más clara de que la parte mecánica del solenoide ha funcionado, pero la parte eléctrica ha fallado: el núcleo no ha logrado cerrar los contactos de alta corriente por suciedad, corrosión o desgaste extremo de los contactos internos, entre otras causas.
- Arranques intermitentes: A veces arrancas a la primera y otras veces tienes que intentarlo varias veces. Esto indica un fallo eléctrico o desgaste interno que solo aparece en ciertas condiciones, a menudo por la temperatura o la vibración. Es un aviso clarísimo.
- Arranque lento o pesado: El motor de arranque gira, pero muy despacio, como si la batería estuviera medio muerta aunque esté cargada. El problema puede ser que los contactos internos del solenoide no cierran del todo bien, ofreciendo mucha resistencia eléctrica. Esto hace que llegue menos potencia al motor de arranque, que se esfuerza en vano.
- El piñón no engrana bien: Al intentar arrancar, puedes escuchar un ruido de engranajes que rascan y no llegan a acoplarse. En este caso, el solenoide está fallando en su misión mecánica, no empujando el piñón con suficiente fuerza o distancia, o la horquilla está dañada.
El mantenimiento, clave para la salud el motor de arranque

Revisar y mantener el solenoide es, en muchos casos, más sencillo y barato que reemplazar todo el motor de arranque. Un buen mecánico se centrará en:
- Comprobar las conexiones: La corrosión o la suciedad en los bornes del solenoide son una causa habitual de fallo. Conexiones limpias y bien apretadas aseguran el flujo de corriente.
- Verificar la batería: Aunque parezca obvio, una batería baja de tensión puede hacer que el solenoide no se active con la fuerza necesaria para cerrar los contactos internos de forma correcta, simulando un fallo.
- Escuchar y medir: Un mecánico puede realizar pruebas sencillas con un multímetro para medir la resistencia de las bobinas del solenoide y verificar que la caída de tensión es la correcta al arrancar. Escuchar el «clic» es un buen indicio, pero medir la corriente que pasa después del clic es la prueba de fuego.
Hay un consejo que te ayudará a cuidar el solenoide y la batería: pisa el pedal del embrague al encender tu coche. Al hacerlo, desconectas el motor de la caja de cambios. Esto significa que el motor de arranque, y por ende el solenoide, no tiene que hacer el esfuerzo extra de mover todos los engranajes de la caja de cambios.
Este simple gesto reduce la carga de trabajo, tanto eléctrica como mecánica, lo que se traduce en una mayor vida útil para el solenoide, la batería y el motor de arranque en general. Es un hábito sencillo que marca una gran diferencia a largo plazo.