¿Alguna vez has sentido que tu coche tarda unos segundos más de lo normal en frenar? Suele pasar sobre todo con el asfalto mojado y resbaladizo, y muy probablemente sea porque tienes que cambiar las pastillas de freno. De hecho, son un elemento a los que normalmente no le prestamos demasiada atención, pero deberías hacerlo antes de que llegue la temporada de lluvia.
El asfalto mojado es infinitamente más peligroso que cuanto está seco, y si además las pastillas de freno están desgastadas, el problema se multiplica. Además, a diferencia de lo que mucha gente piensa, las primeras gotas del asfalto (cuando se mezclan con el polvo y la suciedad) son más peligrosas que cuando ya hay charcos.
2Cómo revisar tus frenos en casa (o en el taller)
No hace falta que seas mecánico para detectar un problema en el sistema de frenos, porque tú conoces mejor que nadie tu coche y deberías saber si el comportamiento es normal o no.
Lo primero es comprobar el grosor de las pastillas de freno. A través de las llantas deberías ver la pieza de material de fricción que presiona el disco. Si tiene menos de 3 mm, entonces te toca cambiarlas. También puedes fijarte en el color, pues un tono brillante o manchas oscuras pueden indicar contaminación por grasa o por un exceso de humedad.
Otra señal que debería ponerte en alerta es la presencia de polvo metálico o residuos en la llanta después de conducir bajo la lluvia. Esto puede significar que las pastillas de freno se están desgastando de manera irregular.
Si no estás seguro o no eres capaz de verlo, lo mejor es que acudas a un taller. Allí van a medir el grosor exacto de las pastillas de freno con herramientas específicas, comprobarán el estado de los discos y el nivel del líquido de frenos. También pueden detectar fugas o aire en el circuito, algo muy difícil de apreciar a simple vista si no eres profesional.








