¿Hay alguna alternativa real que pueda plantar cara al diésel? Este combustible está en el punto de mira de Europa, pues sus autoridades se han propuesto que desaparezcan y cada vez hay más restricciones para ellos. Incluso a partir de ahora lo tendrán más complicado en las pruebas de emisiones de la Inspección Técnica de Vehículos (ITV).
La irrupción de los vehículos electrificados en el mercado español no ha llegado acompañada de la reducción de motores diésel que muchos esperaban. Es más, aunque hayan caído las ventas en el primer semestre de este año, un 60% de los vehículos que circulan por nuestras carreteras son diésel.
No obstante, en caso de tener que decirle adiós definitivamente, ya hay una alternativa que viene de Estados Unidos y que podría ‘sustituir’ de alguna manera al diésel. La responsable de esta solución es Amogy, una compañía fundada por cuatro exalumnos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) que está orientada, de momento, al transporte marítimo.
Cómo funciona este sistema y por qué puede ser más eficiente que el diésel

El sistema que ha ideado Amogy se basa en el concepto clásico del ‘craqueo’ del amoniaco, pero llevado a otro nivel. Es un sistema que separa el compuesto en hidrógeno y nitrógeno, pero no recurre a combustibles auxiliares ni genera óxidos de nitrógeno, lo que ayuda a controlar las emisiones. Por tanto, sus creadores están convencidos de que el amoniaco puede ser un candidato bastante serio para descarbonizar ciertos sectores sin necesidad de recurrir a la electrificación.
Según los propios datos de Amogy, transformar el amoniaco en hidrógeno y nitrógeno tendría un rendimiento de hasta un 70% superior con respecto a otros métodos que ya se utilizan en la industria naval. De momento, desconocemos si las cifras de eficiencia se pueden extrapolar a aplicaciones a gran escala, pero ya ha despertado interés en varios sectores.
La clave de todo este proceso para despedirnos del diésel está en el catalizador. La empresa ha dado con nuevos materiales que permiten descomponer el amoniaco a temperaturas más bajas, lo que reduce el consumo energético y hace posible diseñar módulos más compactos. En teoría, esto facilita su instalación tanto en motores adaptados como en pilas de combustible, así que esta flexibilidad es la gran baza de la compañía para defender la propuesta.
Antes de dar el salto al sector marítimo, Amogy puso a prueba la tecnología en un dron propulsado por amoniaco. Validó esa eficiencia del catalizador que ya sospechaban y preparó el terreno para otros proyectos a mayor escala.
¿Podría llegar de alguna manera a España?

La expansión de este proyecto ya está en marcha. De momento, Amogy ha firmado acuerdos con Samsung Heavy Industries para fabricar en serie los módulos que alimentarán sus futuros sistemas energéticos. De momento, apuntan al sector marítimo, que también necesita alternativas urgentes al diésel por la presión regulatoria internacional.
La primera gran prueba, y la que arrojará datos sobre si podría ser la alternativa al diésel en los coches, llegará en 2026, pues la compañía va a poner en marcha un proyecto piloto de un megavatio en la ciudad surcoreana de Pohang. En Estados Unidos, también están reforzando su presencia industrial.
¿Y España? Si esta tecnología llega en un futuro próximo, primero lo hará en el transporte marítimo u operaciones industriales que necesiten reducir emisiones sin comprometer la potencia. Y serán esos resultados los que nos permitirán saber si es viable o no que sustituya al diésel en los vehículos por su eficiencia y también su precio, porque será más barato que el combustible que ya utilizamos.








