Diciembre es un mes marcado en rojo en el calendario. Reencuentros, celebraciones, brindis interminables y un ambiente festivo que invita a bajar la guardia. Sin embargo, cuando el coche entra en escena, esa relajación puede convertirse en un riesgo real. La Navidad, y muy especialmente fechas como Nochevieja o Nochebuena, concentran algunos de los comportamientos más peligrosos al volante, aunque muchos conductores sigan pensando que “controlan”.
Los datos vuelven a poner la realidad sobre la mesa con crudeza. Uno de cada cinco conductores reconoce que conduce tras haber bebido alcohol durante las fiestas navideñas. Lo más preocupante no es solo la cifra, sino la percepción: la mayoría considera que «no pasa nada», que su conducción sigue siendo «normal». Un mensaje peligroso que choca frontalmente con las estadísticas de siniestralidad.
4Cuando la estadística se convierte en tragedia
Más allá de las percepciones, la realidad es contundente. Según datos oficiales, el 34% de los conductores fallecidos en accidente de tráfico dio positivo en alcohol. Y lo más alarmante: en casi una cuarta parte de los casos se registraron tasas de alcoholemia delictivas, muy por encima del límite legal.
Estas cifras desmontan por completo el argumento del “yo controlo”. Incluso en pequeñas cantidades, el alcohol afecta a los reflejos, a la percepción del riesgo y a la capacidad de reacción. En fechas como Nochevieja, donde se combinan cansancio, frío, tráfico y celebraciones, el margen de error se reduce al mínimo.








