Con la llegada del frío, las dudas de muchos conductores reaparecen cada año: ¿es suficiente con montar neumáticos de invierno o es imprescindible llevar cadenas en el maletero? La normativa, las recomendaciones de los fabricantes y la realidad de las carreteras parecen no ponerse totalmente de acuerdo. Y, mientras tanto, miles de usuarios se preguntan qué opción es la más segura, cómoda y eficaz para afrontar desplazamientos invernales.
En España, donde las nevadas intensas son frecuentes en zonas de montaña pero ocasionales en la mayor parte del territorio, esta decisión se vuelve aún más compleja. El clima variable, unido a las diferencias regionales en cuanto a frío y precipitaciones, hace que muchos conductores se planteen si realmente les compensa cambiar de neumáticos cada invierno. En este artículo analizamos, con un enfoque práctico y claro, si los neumáticos de invierno son una alternativa real —y legal— a las cadenas de nieve.
1Seguridad en invierno: cómo funcionan los neumáticos de invierno
Los neumáticos de invierno están diseñados específicamente para ofrecer un agarre superior cuando las temperaturas caen por debajo de los 7ºC. Su compuesto es más blando que el de un neumático de verano, lo que les permite mantener flexibilidad y adherencia incluso en superficies frías. Además, su dibujo está formado por miles de pequeñas laminillas que muerden la nieve y evacuan el agua con una eficacia notable.
Esto se traduce en una frenada más corta, una mejor tracción y una estabilidad superior en curvas bajo condiciones invernales. Pero es importante entender que su mayor fortaleza no es únicamente la nieve: también mejoran su rendimiento sobre hielo ligero, aguanieve y asfalto mojado en pleno invierno. Por eso, en países del centro y norte de Europa son obligatorios durante varios meses al año.








