Con la llegada del frío, las lluvias intensas y las primeras heladas, conducir se convierte en un auténtico reto. Las carreteras cambian su comportamiento, el agarre se reduce y los imprevistos aumentan. Por eso, los neumáticos —ese elemento muchas veces olvidado— pasan a tener un papel protagonista. Montar los neumáticos adecuados no solo mejora el rendimiento del coche, sino que también puede marcar la diferencia entre evitar o sufrir un accidente.
En España, aunque todavía no son obligatorios en todo el territorio, los neumáticos de invierno son cada vez más recomendados, sobre todo en las zonas del norte, centro y de montaña. Saber cuándo ponerlos, cómo funcionan y qué ventajas ofrecen frente a los convencionales es esencial para circular con seguridad durante los meses fríos.
4Cómo reconocer un neumático de invierno
Identificar un neumático de invierno es sencillo si sabes dónde mirar. En el lateral debe aparecer el símbolo “M+S” (Mud and Snow) junto con el pictograma del “Three Peak Mountain Snowflake” (3PMSF), que muestra una montaña de tres picos con un copo de nieve en su interior. Este último distintivo garantiza que el neumático ha superado pruebas específicas de tracción en condiciones invernales.
Además, su dibujo es fácil de reconocer: presenta bloques más grandes, surcos profundos y cientos de pequeñas laminillas que muerden el pavimento. Este diseño les permite mantener el agarre incluso sobre capas de hielo o barro.
También hay que tener en cuenta que, al ser más blandos, los neumáticos de invierno suelen tener un desgaste más rápido en temperaturas altas, de ahí la importancia de utilizarlos solo en la temporada adecuada. Su durabilidad, sin embargo, puede ser excelente si se almacenan correctamente y se alternan con los de verano.








