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miércoles, 17 diciembre 2025

Fernando (52), mecánico: ‘Más del 50% de los coches que se han llenado en este surtidor se han roto… o se van a romper’

Los coches más comunes en las carreteras españolas son también los que más fallan. Y el tipo de combustible tiene mucho que ver en ello.

Fernando lleva más de tres décadas con las manos manchadas de grasa. Tiene 52 años, es mecánico desde que salió del instituto y ha visto pasar por su taller miles de coches de todo tipo: nuevos, viejos, baratos, premium, diésel, gasolina, híbridos y, más recientemente, eléctricos. Su diagnóstico es tan directo como inquietante: muchos de los problemas que ve a diario tienen un origen común y evitable.

Apoyado en un surtidor de gas cercano a su taller, Fernando lanza una frase que hiela la sangre a cualquier conductor: «Más del 50% de los coches que se han llenado aquí se han roto… o se van a romper». Y no es una exageración gratuita. Sus palabras encajan con los últimos estudios sobre averías graves en España y ayudan a entender por qué el parque automovilístico español sigue siendo una bomba de relojería.

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Un parque envejecido que pasa factura

Fuente propia

España tiene uno de los parques de coches más antiguos de Europa, con una media de 14,5 años. Esto significa que una gran parte de los vehículos que circulan a diario fueron diseñados con tecnologías ya superadas y han pasado por manos poco cuidadosas o mantenimientos mínimos. “Hay coches que vienen con el aceite convertido en barro”, lamenta Fernando.

Esta antigüedad explica en buena medida por qué los diésel y los coches a gas concentran la mayoría de averías graves. Son modelos que llevan mucho tiempo circulando, acumulando desgaste y pequeñas averías que nunca se repararon a tiempo. Al final, el fallo llega de golpe y deja al conductor tirado y con una factura inesperada.

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