Cada diciembre, la escena se repite. Termina la comida entre amigos, alguien propone «la última» y, antes de darte cuenta, ya estás comentando que «total, con un café se me pasa». Pero cuando llega la hora de volver a casa y aparece la sombra del control de alcoholemia, empiezan los nervios… y las supuestas soluciones milagrosas que, según dicen, pueden engañar al etilómetro.
Sentimos decepcionarte: ninguna de esas tretas funciona. Ni granos de café, ni enjuagues mentolados, ni chicles superpotentes, ni trucos más extremos como provocar el vómito. El alcohol que has consumido no desaparece de tu sangre por arte de magia. En este artículo, desmontamos una por una las leyendas urbanas más extendidas sobre cómo librarte de un control de alcoholemia.
6No hay atajos para evitar sanciones ni garantizar tu seguridad
Ya te habrás dado cuenta. Ningún truco sirve, ningún remedio casero funciona y ninguno de estos métodos exprés reducirá tu alcoholemia. Los protocolos son estrictos, los alcoholímetros son precisos y los márgenes de error están muy controlados. Cualquier intento de manipular la situación suele acabar en frustración, o en una sanción aún mayor.
Y no se trata solo de multas o puntos del carnet, sino de vidas. Lo realmente importante es la seguridad. Conducir bajo los efectos del alcohol es una de las principales causas de accidentes graves, y la única forma infalible de evitar un disgusto es la de siempre: si bebes, no conduzcas. Organiza la vuelta con antelación, usa transporte público, comparte coche con un conductor sobrio o pide un servicio de movilidad. Los mitos son solo eso: mitos.








