Las ciudades españolas han experimentado en los últimos años una auténtica revolución en la movilidad urbana. La llegada masiva de bicicletas y, sobre todo, de patinetes eléctricos ha cambiado el paisaje de nuestras calles. Lo que hace apenas cinco años parecía anecdótico, hoy forma parte del día a día: jóvenes camino al trabajo en patinete, turistas recorriendo el centro en bicicleta de alquiler y miles de personas apostando por alternativas sostenibles al coche. el 78% de los ciudadanos apoya limitar la circulación de patinetes en determinadas calles para aumentar la seguridad.
Sin embargo, esta transformación ha generado un problema evidente: nuestras ciudades no están preparadas para convivir de forma segura, ordenada y eficiente con este nuevo ecosistema de movilidad. Y quienes más de cerca lo viven —como agentes de movilidad, policías locales y responsables municipales— reconocen que la infraestructura, la normativa y la conducta de los usuarios están lejos de estar alineadas.
5La falta de aparcamientos y la invasión del mobiliario urbano
Otro gran conflicto es el estacionamiento. Los patinetes eléctricos, especialmente los compartidos, suelen aparcarse en cualquier parte: farolas, pasos de peatones, rampas para personas con movilidad reducida o incluso tirados en mitad de la acera. Esto genera quejas constantes de vecinos y peatones.
Para Laura, el origen es sencillo: no hay suficientes zonas de aparcamiento específicas. “Si no ofrecemos alternativas claras y cómodas, el usuario hará lo que sea más rápido, aunque moleste”. Las ciudades que han empezado a instalar parkings delimitados para movilidad personal han reducido en más de un 60% el mal estacionamiento, según datos municipales. Es la prueba de que, con planificación, el problema tiene solución.








