Este invierno no va a ser tranquilo. Muchos expertos avisan de una tendencia hacia temporales más erráticos y violentos. Pero lo que más preocupa no es la lluvia o el viento, sino la falsa sensación de seguridad de los conductores.
La gente piensa que, si mete el coche en un garaje o lo aleja de un árbol, está todo hecho”, comenta Paula, meteoróloga. “Olvidan el detalle que les puede costar miles de euros en el taller mucho después de que haya salido el sol».
Peligros que no se ven

Cuando la alerta meteorológica se activa, el primer instinto es esconder el coche. Pero un temporal no ataca solo de forma obvia, como un árbol desplomándose. El viento fuerte, la lluvia intensa y el granizo son los enemigos visibles. Los peligros ocultos son el verdadero problema.
El viento, por ejemplo, no solo tumba ramas. Convierte objetos que parecen inofensivos en auténticos proyectiles. Una tapa de alcantarilla mal cerrada, una señal de tráfico algo suelta, los restos de una obra cercana o incluso un cartel publicitario pueden salir despedidos e impactar contra la chapa.
Pero el agua es el enemigo más destructivo. No hace falta que tu coche quede sumergido en una inundación para sufrir daños graves. Una lluvia persistente puede encontrar el mínimo fallo en las gomas de tus puertas o ventanillas. Si esas gomas están viejas o resecas, el agua se filtrará despacio. Empezará empapando la moqueta, pero su objetivo final son las unidades de control (ECU) y los sistemas electrónicos que, en los coches modernos, suelen estar bajo los asientos o en zonas bajas del habitáculo. Una reparación de este tipo es toda una pesadilla.
Dónde aparcar en invierno para ganar la batalla a la borrasca

La decisión más importante que tomarás durante un temporal es dónde dejas tu coche. Aquí no hay segundas oportunidades.
Evidentemente, un garaje cerrado es la opción número uno. Protege de impactos, del granizo y de la lluvia. Sin embargo, no todos los garajes son iguales. Si tu plaza está en un garaje subterráneo comunitario, tienes que hacerte una pregunta clave: ¿está en una zona inundable?
Ante una alerta de inundación severa, a veces es preferible dejar el coche fuera en una zona alta y despejada que encontrarlo flotando en el sótano. Si es tu garaje privado, asegúrate de que los desagües no estén obstruidos por hojas.
Si no tienes garaje, te toca jugar a la defensiva en la calle. El instinto te dice que lo pegues a un edificio para que el viento no le dé de lleno, pero es un error. Lo primero es evitar lo obvio: árboles de gran altura o los que parezcan enfermos, vallas publicitarias, andamios y muros o edificios que parezcan viejos o en mal estado. Un muro que lleva cincuenta años en pie puede caerse esa noche.
Aunque parezca contradictorio, el lugar ideal es una zona muy despejada. El centro de un gran aparcamiento de supermercado, lejos de los carritos y las farolas, o una calle ancha sin árboles son buenas opciones. El objetivo es que, si algo tiene que caer, no caiga sobre tu coche. Huye también de las zonas bajas, vaguadas o cualquier lugar cercano a un río o rambla. El agua siempre busca el camino más fácil.
Qué revisar hoy para protegerte mañana

Proteger el coche no es solo esconderlo, sino prepararlo. Antes de que llegue el primer temporal, hay cosas que necesitas hacer.
Revisa las juntas de las puertas, del maletero y de las ventanillas. Tócalas. Si están cuarteadas, duras o resecas, han perdido su capacidad de sellado. Un poco de producto específico para hidratar gomas puede ser una buena inversión, pero si están muy mal, tendrás que cambiarlas.
El segundo punto vital son las escobillas del limpiaparabrisas. No lo dejes para cuando sea tarde. Unas escobillas en mal estado bajo un aguacero no limpian, sino que extienden el agua y crean un velo que te deja ciego, un riesgo de seguridad enorme. De paso, comprueba que tienes suficiente líquido limpiaparabrisas, que ayudará a eliminar el barro o la suciedad que salpique.
Por último, mira tus neumáticos. El dibujo es lo único que te mantiene pegado al asfalto cuando está mojado. Si están gastados o con una presión incorrecta, el riesgo de aquaplaning se dispara.
Al final, como decía Paula, proteger tu coche no es un solo acto, sino un proceso: anticiparse, aparcar con inteligencia y limpiar los restos de la batalla.








