En la estación de servicio donde trabaja desde hace más de una década, Nerea ha escuchado de todo: que la gasolina sube por culpa del petróleo, de los impuestos, de la inflación o incluso «de las guerras que quedan lejos, pero se pagan aquí». Sin embargo, nunca antes había notado tanta preocupación entre los conductores como ahora que Bruselas ultima un nuevo impuesto que puede subir el precio del combustible a los 2 €.
Aunque no llegará mañana, el cambio ya tiene fecha: 2027. Y muchos consumidores, autónomos y empresas ya se preguntan cómo les afectará. En este artículo, analizamos la medida de la mano de expertos, reguladores y la experiencia diaria de quienes, como Nerea, ven desde primera línea cómo cada subida transforma el ánimo de los conductores.
5La comparación con Estados Unidos y el debate sobre la competitividad
Un argumento muy repetido por los detractores del nuevo impuesto es la comparación con Estados Unidos. Allí, el precio de la gasolina sigue muy por debajo del europeo. Aquí, podría salirnos hasta siete veces más cara que a un americano, lo que plantea dudas sobre la competitividad de empresas europeas frente a competidores internacionales.
Por su parte, Bruselas defiende que esas diferencias no pueden frenar la urgencia climática. Y además, la UE confía en que la electrificación progresiva del transporte reduzca la dependencia del combustible en los próximos años. Sin embargo, ese periodo de transición será largo; millones de conductores seguirán dependiendo del diésel y la gasolina durante mucho tiempo.
Sea como sea, Europa se encamina hacia una transformación profunda de la movilidad. Impuesto o no, el debate —y la preocupación— ya están en la calle.








