Vas conduciendo tranquilamente, quizás pensando en la lista de la compra o en el partido de anoche, cuando de repente, una pequeña luz amarilla con forma de motor se ilumina en tu salpicadero. El corazón te da un vuelco. En ese momento te asaltan muchas preguntas. ¿Es grave? ¿Puedo seguir conduciendo? ¿Me va a costar una fortuna?
Muchos conductores sienten la tentación de hacer lo peor que se puede hacer: ignorarla y esperar a que se apague sola.
Hemos hablado con Daniel, mecánico con más de veinte años de experiencia, y su mensaje no deja lugar a dudas o interpretaciones.
El testigo que nadie quiere ver

La luz de fallo motor es, en esencia, un chivato del sistema de diagnóstico a bordo (OBD). Su función principal está ligada a las emisiones. Si algo en el coche no funciona bien y está provocando que contamines más de lo permitido, la luz se enciende. Pero con el tiempo, los fabricantes la han usado para advertir de casi cualquier problema en la gestión del motor.
La gente entra en pánico, o peor, no le da importancia porque ‘el coche va bien'», comenta Daniel. «He visto coches llegar al taller con la luz encendida durante seis meses. Cuando abrimos, lo que era un sensor de 50 euros se había comido el catalizador entero».
El coche te está hablando, pero tienes que saber interpretar su idioma. Y en el caso de este testigo, el idioma no se basa solo en el color, sino en cómo se comporta.
Si la luz se enciende y se queda fija, sin parpadear, el escenario es menos dramático. «Cuando está fija», aclara Daniel, «la centralita ha registrado un fallo, pero no es un fallo catastrófico inmediato».
En este escenario, puedes seguir circulando. Puede que el coche no se comporte de forma extraña, aunque podrías notar una leve pérdida de potencia o un aumento del consumo de combustible. «El coche detecta el fallo, lo graba en su memoria y te avisa. Puedes ir al trabajo o a casa, pero no te vayas de vacaciones con ella encendida», sentencia el mecánico.
¿Qué riesgo corres si ignoras esta luz fija? El riesgo es que el problema se agrave. «Lo más habitual es que sea un problema de emisiones, como la sonda Lambda. Si la ignoras, la mezcla de aire y gasolina será incorrecta. Gastarás más, contaminarás más, no pasarás la ITV, y a la larga, ese exceso de gasolina mal quemada acabará estropeando el catalizador». El riesgo aquí es a medio plazo.
Si la luz de fallo motor empieza a parpadear, no estás ante un aviso; estás ante una emergencia grave. «Tienes que parar el coche. Y no digo parar en el próximo pueblo. Digo parar en un lugar seguro EN ESE MOMENTO. Apaga el motor y llama a la grúa. No intentes seguir».
¿Por qué tanta urgencia? El parpadeo casi siempre significa un fallo de encendido grave. «Esto quiere decir que uno o varios cilindros no están quemando la gasolina. Esa gasolina cruda, sin quemar, está pasando directamente al sistema de escape, y está llegando al catalizador».
El catalizador funciona a cientos de grados para limpiar los gases. Si le echas gasolina cruda encima, es como echarle combustible a una barbacoa. «El catalizador se pone al rojo vivo. En cuestión de minutos, puedes fundirlo por dentro, destrozándolo. Estamos hablando de una avería que, dependiendo del coche, puede ir de 800 a más de 2.000 euros. Y eso en el mejor de los casos. He visto coches incendiarse por esto».
El riesgo aquí no es solo económico; es un riesgo de seguridad inmediato. Ignorar una luz parpadeante es la forma más rápida de destrozar el motor o el sistema de escape de tu coche.
La factura de la pereza: Lo que te cuesta ignorar la luz

El mayor riesgo de ignorar una luz que se enciende en el salpicadero no es la avería en sí, sino lo que Daniel llama avería en cascada. Un problema pequeño que no se soluciona, siempre, siempre, provoca uno más grande y más caro.
Además del riesgo de fundir el catalizador, hay otro peligro: el modo de emergencia. «Si la centralita detecta un fallo que puede poner en riesgo el motor», explica Daniel, «activa un modo de protección. Lo notarás al instante: el coche no pasa de 2.000 o 3.000 revoluciones y apenas tiene fuerza. No podrás pasar de 80 km/h». Esto es el coche protegiéndose de ti. Te está obligando a ir al taller. El riesgo es evidente si esto te pasa en mitad de un adelantamiento en una carretera nacional.
Ignorar la luz también significa un suspenso garantizado en la ITV. «Desde hace unos años, en la ITV conectan el coche a la máquina de diagnosis. Si la luz está encendida, es un fallo grave directo. No la pasas. Y si la has apagado justo antes de entrar, la máquina detecta que hay fallos memorizados no resueltos, y tampoco la pasas».
El consejo final de este mecánico es simple: no te conviertas en adivino. «El conductor medio no tiene por qué saber de mecánica, pero sí tiene que ser responsable. Esa luz no está de adorno».








