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sábado, 13 diciembre 2025

Ramón (51), chófer: «Ten mucho cuidado con las hojas secas en la carretera»

Producen un fenómeno denominado “efecto hielo”, más peligroso que conducir con nieve sin cadenas..

Viajar en coche en otoño o invierno, con la calefacción puesta y disfrutando del paisaje es una sensación fascinante. Sin embargo, el camino esconde un peligro en el que casi nadie cae: las hojas secas que caen a la carretera.

Ramón, chófer profesional, explica que, aunque la gente le tiene pánico a la nieve o a las lluvias torrenciales, esa alfombra de hojas que parece inofensiva es todavía más peligrosa.

Una trampa que nadie te cuenta

hojas en la carretera
Fuente propia

Las estaciones de otoño e invierno tienen una doble cara. Por un lado ofrecen escenarios impresionantes, pero por otro esconden peligros que no siempre son evidentes a simple vista.

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El problema principal radica en la confianza. Cuando ves nieve, tu cerebro activa una alerta inmediata de peligro. Sabes que resbala. Pero cuando ves hojas, tu cerebro tiende a pensar que es solo suciedad que se apartará cuando pasen tus ruedas. Ese es el primer error y el más grave, porque esa capa de vegetación muerta dificulta el contacto entre tu neumático y el asfalto. Conduces sobre una superficie impredecible.

Al cubrir el suelo con hojas secas, pierdes la referencia visual del estado del firme. No sabes si el asfalto bajo esas hojas está seco, mojado, roto o perfecto. Entras a ciegas en cada tramo cubierto y esa falta de información es crítica cuando vas a cierta velocidad. La confianza es tu peor enemigo en estas situaciones y debes empezar a mirar esas zonas arboladas con otros ojos, con los ojos de quien sabe que ahí debajo ocurre algo que escapa a tu control.

El efecto hielo: cuando las hojas convierten el suelo se vuelve una pista de patinaje

efecto hielo hojas secas
Fuente propia

Puede que pienses que unas hojas secas no pueden ser tan malas. Y tienes razón, si estuvieran secas y crujientes, el problema sería menor. Pero el frío trae humedad, rocío matinal y lluvias frecuentes. Las hojas, al caer, retienen agua. Además, al ser pisadas por otros coches se van descomponiendo y se forma una especie de pasta vegetal. Si sumas la humedad del ambiente, el agua de la lluvia y esa pasta de las hojas machacadas, el resultado es una película extremadamente resbaladiza sobre el asfalto.

Los expertos lo comparan con conducir sobre hielo negro. La adherencia de tus neumáticos cae en picado, casi tanto como si estuvieras conduciendo sobre una nevada compacta. No necesitas que esté lloviendo a cántaros para que esto ocurra. Basta con la humedad de la noche para que esa alfombra de hojas se convierta en una pista de patinaje. Cuando tus ruedas tocan esa superficie, el dibujo del neumático se satura y no puede evacuar nada, perdiendo la capacidad de tracción. Si intentas girar o frenar fuerte, es muy probable que el coche no responda como esperas y sigas recto.

Lo que las hojas esconden bajo su manto

hojas secas peligro
Fuente propia

Hay otro factor que a menudo ignoramos y que a Ramón le preocupa. Las hojas no solo resbalan, sino que camuflan.

Imagina que la carretera tiene un bache profundo, una piedra grande que se ha desprendido de una ladera, o incluso una pieza que se le ha caído a otro coche. Si la carretera está limpia, lo ves y lo esquivas. Pero si hay una capa de hojas encima, ese obstáculo se vuelve invisible. Pasar por encima de un bache profundo oculto puede reventar tu neumático o dañar la suspensión, provocando un accidente en cuestión de segundos.

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Las hojas también ocultan información que la carretera te da para guiarte. Líneas que delimitan los carriles, flechas de dirección en el suelo o pasos de cebra pueden quedar totalmente sepultados. Esto es muy peligroso en carreteras secundarias estrechas, donde saber dónde termina tu carril y empieza el arcén (o el carril contrario) es vital.

Si no ves las líneas, pierdes la referencia espacial. Puedes estar invadiendo el carril contrario sin darte cuenta justo antes de una curva ciega. Tienes que extremar la precaución y asumir que, si no ves la línea, debes reducir la velocidad hasta que te sientas seguro de tu posición en la vía.

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La próxima vez que salgas a la carretera y veas ese manto de hojas cubriendo el asfalto, no te dejes engañar por la belleza del paisaje. Respeta las hojas tanto o más de lo que respetas al hielo.

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