Cada vez que sube el precio de la gasolina, muchos conductores buscan culpables: el tráfico, el aire acondicionado, los neumáticos, el tipo de conducción… Sin embargo, hay un elemento clave en el rendimiento del motor que casi todos pasan por alto: el filtro del aire. Este componente, sencillo y barato, puede marcar la diferencia entre un coche que consume lo justo y otro que gasta hasta un litro más por cada 100 kilómetros.
Aunque suele esconderse bajo el capó y apenas recibe atención, el filtro del aire cumple una función vital: garantiza que el motor respire adecuadamente. Con el tiempo, la suciedad, el polvo o el polen van obstruyendo su estructura, haciendo que el motor trabaje forzado y consuma más combustible para mantener la misma potencia. Por eso, muchos talleres lo llaman “el filtro olvidado”, y no sin razón.
5Cómo comprobarlo tú mismo (sin ser mecánico)
Aunque muchos talleres revisan el filtro en cada mantenimiento, es una de las tareas más sencillas que cualquier conductor puede hacer por su cuenta. Solo necesitas abrir el capó, localizar la caja del filtro (normalmente una carcasa de plástico con clips o tornillos) y extraer el cartucho.
Si el filtro presenta manchas oscuras, polvo acumulado o un tono marrón uniforme, es momento de cambiarlo. También puedes aprovechar para aspirar la caja o limpiarla con un paño seco antes de colocar el nuevo. Todo el proceso lleva menos de 10 minutos y puede ahorrarte litros de gasolina sin necesidad de herramientas especiales.








