Cada vez que sube el precio de la gasolina, muchos conductores buscan culpables: el tráfico, el aire acondicionado, los neumáticos, el tipo de conducción… Sin embargo, hay un elemento clave en el rendimiento del motor que casi todos pasan por alto: el filtro del aire. Este componente, sencillo y barato, puede marcar la diferencia entre un coche que consume lo justo y otro que gasta hasta un litro más por cada 100 kilómetros.
Aunque suele esconderse bajo el capó y apenas recibe atención, el filtro del aire cumple una función vital: garantiza que el motor respire adecuadamente. Con el tiempo, la suciedad, el polvo o el polen van obstruyendo su estructura, haciendo que el motor trabaje forzado y consuma más combustible para mantener la misma potencia. Por eso, muchos talleres lo llaman “el filtro olvidado”, y no sin razón.
4El impacto en el bolsillo y en el medio ambiente
Puede parecer un detalle menor, pero si hacemos cuentas, el ahorro es significativo. Supongamos un coche que consume 7 litros cada 100 km y recorre unos 15.000 km al año. Si el filtro está sucio y el consumo sube un litro, eso supone 105 litros adicionales de gasolina al año. Con el precio actual, hablamos de más de 180 euros tirados literalmente por el tubo de escape.
Además, un motor que quema más combustible también emite más CO₂ y partículas contaminantes. Un mantenimiento tan simple como cambiar el filtro del aire contribuye a reducir las emisiones, mejora la eficiencia energética del vehículo y ayuda a mantener limpio el sistema de admisión. Un gesto ecológico y económico al mismo tiempo.








