Cada vez que sube el precio de la gasolina, muchos conductores buscan culpables: el tráfico, el aire acondicionado, los neumáticos, el tipo de conducción… Sin embargo, hay un elemento clave en el rendimiento del motor que casi todos pasan por alto: el filtro del aire. Este componente, sencillo y barato, puede marcar la diferencia entre un coche que consume lo justo y otro que gasta hasta un litro más por cada 100 kilómetros.
Aunque suele esconderse bajo el capó y apenas recibe atención, el filtro del aire cumple una función vital: garantiza que el motor respire adecuadamente. Con el tiempo, la suciedad, el polvo o el polen van obstruyendo su estructura, haciendo que el motor trabaje forzado y consuma más combustible para mantener la misma potencia. Por eso, muchos talleres lo llaman “el filtro olvidado”, y no sin razón.
2Síntomas de un filtro del aire en mal estado

El problema de este componente es que no siempre muestra señales evidentes de deterioro. A diferencia de otras piezas, un filtro sucio no produce ruidos ni luces de aviso en el cuadro. Sin embargo, hay algunos indicios que pueden alertarte.
Si notas que tu coche acelera con más dificultad, responde más lento o parece “ahogado” al pisar el acelerador, puede que el filtro esté obstruido. También es común percibir un olor más fuerte a gasolina en el escape, o incluso un humo más oscuro. En casos extremos, la bujía se ensucia antes de tiempo y el coche pierde fuerza al subir cuestas o circular cargado.