¿Aún confías en tu coche diésel porque consume poco, es fiable y te ha acompañado durante años? Pues, en dos años, Europa lo convertirá en un lujo al alcance de unos pocos. Y sin necesidad de leyes radicales ni titulares escandalosos: será una muerte silenciosa, calculada y, lo peor, totalmente legal. El diésel no desaparecerá, pero será tan caro que dejará de tener sentido para la mayoría de conductores.
Las señales ya han aparecido. Los concesionarios eliminan modelos de sus catálogos, el precio del combustible sube sin freno y las reparaciones son más caras por su complejidad tecnológica. El golpe final llegará en 2026, cuando la normativa europea dispare el coste por litro del diésel y la Euro 7 convierta su fabricación en misión casi imposible. Así es como Europa ha encontrado la forma de acabar con él sin prohibirlo: haciéndolo económicamente inviable.
4El mantenimiento: otro enemigo oculto
Para cumplir con la Euro 7, la tecnología necesaria es compleja y cara. Sistemas de inyección avanzados, filtros de partículas más sofisticados, catalizadores dobles, sensores de NOx y electrónica de alta precisión. Todo ello supone una bomba de relojería para el bolsillo del usuario, porque las reparaciones serán mucho más caras que en un motor tradicional. El mantenimiento de un diésel moderno será un lujo.
Además, cuanto más compleja es la mecánica, mayor es el riesgo de averías costosas a largo plazo. Un diésel de nueva generación podría requerir miles de euros en reparaciones en unos años. A ello hay que sumarle el aumento de combustible y la caída del valor de reventa. Europa no solo está encareciendo el diésel, está convirtiendo su mantenimiento en una trampa económica.








