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miércoles, 29 octubre 2025

Empiezan las lluvias de otoño, esto es lo que debes hacer en caso de tormenta

Las primeras lluvias del otoño son las más traicioneras. La mezcla de polvo, aceite y suciedad acumulada durante meses convierte el asfalto en una superficie resbaladiza. Es el momento en el que hay que extremar precauciones.

Con la llegada del otoño, las carreteras españolas vuelven a enfrentarse a uno de sus mayores enemigos: la tormenta. Tras meses de calor y asfalto seco, los primeros aguaceros traen consigo un cóctel peligroso de suciedad, aceite acumulado y visibilidad reducida que convierte cualquier trayecto rutinario en un desafío. Cada año, la Dirección General de Tráfico recuerda que el riesgo de accidente se multiplica por tres durante los primeros días de lluvia.

Aunque la lluvia pueda parecer un fenómeno menor para los conductores experimentados, la realidad es que incluso una ligera capa de agua puede alterar por completo la adherencia de los neumáticos y alargar las distancias de frenado. Saber cómo actuar ante una tormenta no solo es una cuestión de seguridad, sino también de prevención y responsabilidad.

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El fenómeno del aquaplaning y cómo evitarlo

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Un coche a punto de cruzar por una balsa de agua. Fuente propia/IA

El aquaplaning es uno de los mayores peligros cuando se conduce bajo una tormenta. Ocurre cuando los neumáticos pierden el contacto con el asfalto debido a una acumulación de agua. En ese instante, el coche “flota” literalmente, y el conductor pierde el control de la dirección y la frenada.

Para minimizar el riesgo, es imprescindible revisar la presión de los neumáticos y la profundidad del dibujo. La ley exige un mínimo de 1,6 mm, pero los especialistas aconsejan sustituirlos cuando bajan de 3 mm. Unas ruedas en buen estado son la mejor defensa frente al aquaplaning. Además, conviene reducir la velocidad en zonas con charcos o acumulaciones visibles de agua y evitar las rodadas profundas que dejan los vehículos pesados.

Si, pese a todo, sufres un episodio de aquaplaning, no frenes ni gires el volante bruscamente. Lo más eficaz es levantar suavemente el pie del acelerador, mantener la dirección recta y esperar a que los neumáticos vuelvan a tener contacto con el suelo. Actuar con calma es la diferencia entre un susto y un accidente.

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