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miércoles, 8 octubre 2025

Este Rolls-Royce Spectre es un one-off muy especial

Se llama Rolls-Royce Spectre Bailey, es un modelo personalizado que rinde homenaje a la mascota de una pareja estadounidense, y permite a la firma británica, una vez más, lucir su capacidad para cumplir los sueños de sus clientes y promocionar el lucrativo negocio de su departamento Bespoke.

El Rolls-Royce Spectre Bailey es un encargo único que demuestra hasta dónde puede llegar la personalización en la industria del automóvil de lujo. Esta unidad del icónico coupé eléctrico de la marca británica ha sido creado para una pareja de fieles clientes estadounidenses que decidieron rendir tributo a Bailey, su perro mestizo de Labrador y Golden Retriever.

La joya de este proyecto es un retrato de Bailey realizado en marquetería que ocupa la “cascada trasera”, la parte del mamparo que queda entre los dos asientos traseros y el maletero. La elaboración de esta pieza requirió más de cuatro meses de trabajo y está compuesta por más de 180 fragmentos de chapa de madera natural.

El artesano encargado de ejecutarla exploró un amplio espectro de maderas naturales, experimentando con la dirección de la veta, el tono y la textura para capturar la calidez del pelaje de Bailey. En total se emplearon nueve tipos de chapa de madera que representan 22 tonalidades naturales, todas sin teñir ni tratar artificialmente.

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Solo para la lengua del perro se utilizaron cuatro maderas nunca antes empleadas por Rolls-Royce: Purpleheart (una fabácea llamada Peltogyne), Tulipwood (conocida aquí como Tulípero o Liriodendron), Louro Faia (una madera amazónica cuyo nombre es Roupala montana) y Pera, que entendemos que será madera de peral, aunque los británicos siempre nos sorprenden.

Este Rolls-Royce Spectre es un one-off muy especial
Interior personalizado del Rolls-Royce Spectre Barley.

Detalles perrunos por toda la carrocería de este Rolls-Royce Spectre

La personalización se extiende por todo el vehículo. La pintura combina dos tonos exclusivos: Beautiful Bailey, inspirado en el suave pelaje de las orejas del perro, y Crystal Fusion, un acabado iridiscente que cambia sutilmente con la luz.

La huella de la pata de Bailey aparece reproducida con exactitud en varios lugares: pintada a mano en oro rosa en la línea Coach del lateral (la línea de cintura que se pinta a mano en cada unidad de Rolls-Royce), en marquetería en el panel del pasajero y grabada en las protecciones de los umbrales de las puertas, también en oro rosa para hacer juego con la icónica figura del Espíritu del Éxtasis que se alza sobre el capó.

El interior combina cuero Moccasin y Crème Light con acentos en Dark Spice y Casden Tan, evocando los colores del pelaje de Bailey, mientras que las superficies de madera están acabadas en chapa de nogal real de alto brillo.

Este Rolls-Royce Spectre es un one-off muy especial
El retrato de Barley en el mamparo trasero de este Rolls-Royce Spectre es en realidad una compleja obra de marquetería.

Rolls-Royce Spectre: Un proyecto nacido del amor por los animales

“Somos entusiastas de los automóviles de toda la vida, sí, pero también amantes de los animales, y nuestro perro Bailey es un miembro querido de nuestra familia. Cuando comenzamos nuestro encargo del Rolls-Royce Spectre, vimos la oportunidad de crear algo hermoso que nos recordara a él durante décadas”, explicaron los clientes, cuya identidad, como de costumbre, no se ha revelado. 

Phil Fabre de la Grange, responsable de Bespoke en Rolls-Royce Motor Cars, destacó que “uno de los grandes placeres de un encargo Bespoke es sumergirse en el mundo del cliente y la historia única detrás de su visión. El Spectre Bailey reafirma que la inspiración puede venir de cualquier lugar”.

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Desde la firma británica puntualizan además que el proyecto del Rolls-Royce Spectre Barley fue desarrollado a través de la Oficina Privada de Rolls-Royce en Nueva York (EE. UU.), recordándonos de esta manera que los modelos más exclusivos no son postestad única de la casa matriz, sino que pueden ser encargados desde diversos lugares del mundo. Vamos, que si Mahoma no va a la montaña y hay presupuesto, la montaña puede ir a Mahoma sin el menor problema.

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