Dubái vuelve a ser noticia. De nuevo, por una de sus pasiones más reconocibles: el lujo llevado al extremo. En una ciudad donde un Bugatti puede parecer tan común como un SUV, el estatus se mide de formas cada vez más insólitas. Esta vez, el objeto de deseo no ha sido un superdeportivo ni una joya de colección, sino algo más pequeño y simbólico: una matrícula.
En las últimas semanas, las redes sociales se han incendiado a raíz de una matrícula valorada en la friolera de 15 millones de dólares, montada en un Tesla Cybertruck personalizado por Mansory. Sí, hablamos de una placa que cuesta más que cuatro Bugatti Chiron Super Sport juntos, y que ha convertido al vehículo en el epicentro de la conversación mundial sobre lujo, poder y ostentación.
1Un símbolo de poder y jerarquía en Dubái
 
                                
                            En Dubái, tener una matrícula exclusiva no es solo una cuestión estética, sino una forma de marcar territorio social. Las placas con números bajos o combinaciones únicas se subastan como obras de arte. En este caso, la matrícula P7 rompió todos los récords: se vendió por 15 millones de dólares. Parte de ese dinero se destinó a la fundación del jeque Mohammed bin Rashid para la lucha contra el hambre.
Pero más allá de su carácter benéfico, el verdadero valor de la matrícula reside en su carga simbólica. En los Emiratos Árabes Unidos, los números bajos son sinónimo de rango, estatus y poder. Llevar el ‘7’ en el centro de la placa es, literalmente, una declaración de supremacía social. En un país donde los garajes están llenos de Ferrari, Pagani y Rolls-Royce, la matrícula es el nuevo campo de batalla de la élite.








