Los días se acortan, las temperaturas caen en picado y las primeras heladas ya se empiezan a ver en algunas zonas. Conducir en invierno no es ninguna broma, y la DGT lo sabe bien. No se trata solo de la incomodidad de rascar el hielo del parabrisas; sino de que el riesgo de accidente se multiplica. Un pequeño despiste, una pieza del coche en mal estado o algunos gestos habituales pueden acabar en un susto mayúsculo o en una multa que te amargue el día.
Cada año, la DGT da una serie de pautas sencillas para tener un viaje seguro y evitar una visita al taller (o al hospital). Y este año, con un parque móvil cada vez más envejecido, revisar el coche a fondo parece más importante que nunca.
1La revisión que te salva de un susto (y de una multa)
El primer pilar de la seguridad en invierno es la anticipación. Y eso empieza antes de que caiga la primera helada seria. Confiar en que el coche responderá igual a cinco grados bajo cero que a treinta grados en agosto es el primer error. La DGT pone el foco en varios elementos críticos que debes revisar.
El más importante, sin duda, son los neumáticos. Son el único punto de contacto de tu coche con el asfalto. Con el frío, el compuesto de goma se endurece y pierde agarre. Si a eso le sumas que el dibujo está desgastado, la lluvia o el hielo te convertirán en un pasajero en tu propio vehículo. La ley exige un mínimo de 1,6 milímetros de profundidad, pero la DGT y los expertos en seguridad recomiendan no bajar de 3 milímetros para el invierno. Un neumático gastado no puede evacuar el agua y provoca el temido aquaplaning, por no hablar del hielo o la nieve. Tampoco olvides revisar la presión, ya que con el frío tiende a bajar.
La batería es, de lejos, el motivo número uno de asistencia en carretera durante el invierno. Las bajas temperaturas reducen su rendimiento. Si notas que al coche le cuesta arrancar por las mañanas, o que el motor de arranque gira con dificultad, no esperes a quedarte tirado. Es el aviso de que la batería está en las últimas. Comprobar su estado en un taller es rápido, barato y te ahorrará muchísimos problemas.
La visibilidad es otro campo de batalla para conducir en invierno. Los días son más cortos y las condiciones son peores. Es vital ver bien y que te vean. Comprueba todas las luces del coche, incluidas las antiniebla. Por cierto, estas últimas solo hay que llevarlas con niebla densa o lluvia muy intensa. Llevarlas puestas cuando no toca no solo deslumbra al conductor de detrás, sino que también te puede costar una multa de 200 euros.
Otro elemento esencial son los limpiaparabrisas. El sol del verano puede estropear la goma de las escobillas, dejándolas rígidas e inútiles. Si cuando llueve dejan rastros o hacen ruido, es hora de cambiarlas. Son baratas y se cambian en un minuto. Asegúrate también de que tienes líquido limpiaparabrisas en el depósito, y que este sea uno específico de invierno, con anticongelante. Echar solo agua provocará que se congele en el circuito y en el propio cristal cuando más lo necesites. Por último, comprueba el nivel del líquido anticongelante del motor; una helada severa con un nivel bajo puede, literalmente, reventar el motor.








