Para quienes conducen a diario, hay manías que se vuelven rutina sin que nadie se plantee si son realmente seguras. Es lo que le ocurría a Lucía, una joven comercial que recorre cientos de kilómetros cada semana y que, por costumbre, nunca llenaba el depósito más allá de medio tanque. «Total, mañana vuelvo a echar», pensaba. Hasta que una patrulla de la Guardia Civil la detuvo en una jornada de fuertes nevadas y le explicó por qué esa costumbre podía convertirse en un riesgo real.
Su caso no es aislado. Muchos conductores ignoran que viajar en invierno exige una preparación más cuidadosa. El frío, la nieve o el hielo pueden transformar un trayecto rutinario en una situación complicada en cuestión de minutos. Por eso, la Guardia Civil insiste cada año en sus recomendaciones para poder afrontar con garantías la adversa meteorología del invierno.
1Prepararse antes de arrancar es clave
Cuando Lucía salió de casa aquella mañana, apenas había una ligera neblina. «No tenía pinta de liarse», recuerda. Como siempre hacía, echó 20 € de gasolina y siguió su ruta comercial. El problema llegó al cabo de unas horas: la previsión empeoró, la nieve empezó a caer con intensidad y la carretera quedó limitada al paso de vehículos preparados. La Guardia Civil comenzó controles para verificar que los conductores llevaban cadenas… y el depósito lleno.
Lo que para ella parecía un detalle menor era, en realidad, una cuestión crítica. Los agentes le explicaron por qué: el depósito debe ir lleno porque, si el coche queda inmovilizado por la nieve, la calefacción solo podrá mantenerse encendida mientras haya combustible. En pleno temporal, la espera por las quitanieves o la asistencia puede prolongarse horas. Y sin calefacción, el frío puede convertirse en un peligro real.







