La apuesta por la movilidad sostenible se le ha atragantado a Correos. La empresa pública, que en los últimos años ha impulsado la electrificación de su flota con bicicletas, motos eléctricas y vehículos de cero emisiones, decidió incorporar también patinetes eléctricos para agilizar los repartos en zonas urbanas. La idea parecía sencilla: vehículos ligeros, rápidos, eficientes y perfectos para calles peatonales donde una furgoneta o una moto no pueden entrar con facilidad.
Sin embargo, lo que pretendía ser un paso más hacia una logística más limpia se ha convertido en un auténtico quebradero de cabeza. Problemas legales, dudas sobre la normativa de la DGT, quejas de los propios trabajadores y dificultades de uso han generado un lío monumental del que Correos intenta salir mientras analiza qué hacer con los patinetes ya adquiridos.
5Correos, entre el intento de modernizarse y el choque con la realidad
Correos siempre ha buscado posicionarse como una empresa moderna y sostenible, y la incorporación del patinete eléctrico era un movimiento que encajaba con esa visión. Sin embargo, la implementación fue apresurada y poco ajustada a la realidad diaria de sus trabajadores.
Los sindicatos reclaman diálogo y pruebas reales antes de imponer nuevos vehículos. Mientras tanto, Correos estudia si adaptar los modelos adquiridos, devolverlos al proveedor o buscar patinetes más resistentes y homologados para un uso profesional. La pregunta que muchos se hacen es si un patinete eléctrico es realmente el vehículo adecuado para el reparto postal, considerando el peso, la carga y la variedad de terrenos que recorren los carteros. Para muchos, el experimento ha demostrado que no.








