En las últimas semanas, la presencia de la Guardia Civil en entornos urbanos ha dado un giro inesperado. Lo que antes era habitual en carreteras convencionales —controles de alcoholemia, mediciones de velocidad o vigilancia de comportamientos temerarios— ahora empieza a extenderse a zonas destinadas a la movilidad sostenible. Carriles bici, vías verdes y sendas ciclables están recibiendo la atención de los agentes de Tráfico como nunca antes.
Este movimiento responde a un aumento notable de incidentes protagonizados por ciclistas, desde colisiones por exceso de velocidad hasta atropellos a peatones en zonas compartidas. Los nuevos controles buscan no solo sancionar infracciones, sino también concienciar a un colectivo que, según apuntan los expertos, ha crecido más rápido que la propia infraestructura. Y en apenas un rato, los agentes ya han puesto tres multas en un carril bici metropolitano.
3La normativa existe, pero pocos la conocen
Una de las razones que justifican este refuerzo de controles es la falta de conocimiento sobre la normativa aplicable a los ciclistas. Muchos usuarios desconocen que deben respetar señales, normas de prioridad y límites de velocidad y alcoholemia igual que cualquier otro conductor. La Guardia Civil insiste en que circular por un carril bici no convierte al ciclista en un usuario exento de cumplir las reglas.
Por ejemplo, en zonas compartidas con peatones se exige una velocidad moderada, y en tramos exclusivamente ciclables suele haber límites de entre 10 y 20 km/h. Además, la ley obliga a los ciclistas a someterse a controles de alcohol y drogas, y a mantener su vehículo en condiciones mínimas de seguridad, algo que a menudo se pasa por alto. La falta de luces, reflectantes o frenos en mal estado sigue siendo un problema más común de lo esperado.








