En las últimas semanas, la presencia de la Guardia Civil en entornos urbanos ha dado un giro inesperado. Lo que antes era habitual en carreteras convencionales —controles de alcoholemia, mediciones de velocidad o vigilancia de comportamientos temerarios— ahora empieza a extenderse a zonas destinadas a la movilidad sostenible. Carriles bici, vías verdes y sendas ciclables están recibiendo la atención de los agentes de Tráfico como nunca antes.
Este movimiento responde a un aumento notable de incidentes protagonizados por ciclistas, desde colisiones por exceso de velocidad hasta atropellos a peatones en zonas compartidas. Los nuevos controles buscan no solo sancionar infracciones, sino también concienciar a un colectivo que, según apuntan los expertos, ha crecido más rápido que la propia infraestructura. Y en apenas un rato, los agentes ya han puesto tres multas en un carril bici metropolitano.
2Tres multas en pocos minutos, el balance inicial
Durante el primer control piloto llevado a cabo en un carril bici interurbano, la Guardia Civil detectó varias conductas sancionables. En apenas unos minutos, se impusieron tres multas: dos por exceso de velocidad y una tercera por dar positivo en alcohol. Este último caso, que sorprendió incluso a los agentes, evidencia que la idea de que «en bici no pasa nada» empieza a quedar atrás.
Los responsables del operativo explican que, aunque la normativa pueda parecer laxa, el Reglamento General de Circulación deja claro que tanto ciclistas como peatones deben someterse a las pruebas de alcoholemia cuando los agentes lo consideren necesario. Y si el ciclista supera los límites legales, puede ser sancionado económicamente e, incluso, considerado responsable de un delito si provoca un accidente.








