Al llegar el frío, los conductores que se mueven por zonas de montaña o estaciones de esquí saben de la importancia de los neumáticos de invierno. Este tipo de gomas están diseñadas para rendir a temperaturas por debajo de los 7 °C, cuando los compuestos convencionales se endurecen y pierden agarre. Su flexibilidad, dibujo específico y capacidad para evacuar agua, nieve y hielo los convierten en una pieza clave para circular con confianza.
Pero no basta solo con tener neumáticos de invierno. Como el resto de componentes, también necesitan cuidados, revisiones y ciertos hábitos de conducción para que duren lo máximo posible. Firmas como Goodyear llevan años mejorando su eficiencia, durabilidad y seguridad, pero su vida útil también dependerá de cómo los tratemos día a día. Con la atención adecuada, estos neumáticos pueden superar los 50.000 km manteniendo su rendimiento prácticamente intacto.
3Conducir con suavidad: la clave que alarga su vida útil
La forma de conducir impacta enormemente en la durabilidad de los neumáticos. En invierno, que las condiciones adversas exigen más del coche, debes adoptar un estilo de conducción anticipativo. Los acelerones, frenazos o giros bruscos pueden erosionar el dibujo con rapidez, reducir el agarre y aumentar el consumo. Un neumático que trabaja bajo estrés se degrada antes y pierde su flexibilidad, clave para un buen rendimiento a bajas temperaturas.
La conducción suave distribuye mejor las cargas, mantiene el neumático en su rango óptimo de funcionamiento y reduce la temperatura generada por la fricción. Para ello, conviene aumentar la distancia de seguridad, prever el estado de la carretera y evitar cambios repentinos de dirección. Conducir suavemente permite que las ruedas duren más y aprovechar al máximo las tecnologías desarrolladas para situaciones extremas, presentes en los neumáticos de alto rendimiento.








