Al llegar el frío, los conductores que se mueven por zonas de montaña o estaciones de esquí saben de la importancia de los neumáticos de invierno. Este tipo de gomas están diseñadas para rendir a temperaturas por debajo de los 7 °C, cuando los compuestos convencionales se endurecen y pierden agarre. Su flexibilidad, dibujo específico y capacidad para evacuar agua, nieve y hielo los convierten en una pieza clave para circular con confianza.
Pero no basta solo con tener neumáticos de invierno. Como el resto de componentes, también necesitan cuidados, revisiones y ciertos hábitos de conducción para que duren lo máximo posible. Firmas como Goodyear llevan años mejorando su eficiencia, durabilidad y seguridad, pero su vida útil también dependerá de cómo los tratemos día a día. Con la atención adecuada, estos neumáticos pueden superar los 50.000 km manteniendo su rendimiento prácticamente intacto.
2Vigila el dibujo y rota los neumáticos regularmente
Si quieres superar los 50.000 km sin perder prestaciones, ojo al dibujo. En los neumáticos de invierno, un mínimo de 4 mm no solo es una recomendación: es la clave para mantener el agarre en nieve, hielo y superficies mojadas. Cuando el dibujo se desgasta por debajo de ese umbral, el neumático pierde su capacidad de evacuar agua o nieve con eficacia, lo que afecta a la seguridad y control del vehículo.
Para evitar un desgaste desigual, rota los neumáticos cada temporada o cada 8.000 a 10.000 km. Ese proceso, sencillo y económico, equilibra el desgaste provocado por el eje motriz, las curvas y la forma de conducir. Si tu coche es de tracción delantera —como la mayoría—, todavía es más importante: el eje delantero tiende a sufrir un desgaste más rápido. Una buena rotación no solo prolonga la vida útil, también mantiene el rendimiento en niveles óptimos.








