Al llegar el frío, los conductores que se mueven por zonas de montaña o estaciones de esquí saben de la importancia de los neumáticos de invierno. Este tipo de gomas están diseñadas para rendir a temperaturas por debajo de los 7 °C, cuando los compuestos convencionales se endurecen y pierden agarre. Su flexibilidad, dibujo específico y capacidad para evacuar agua, nieve y hielo los convierten en una pieza clave para circular con confianza.
Pero no basta solo con tener neumáticos de invierno. Como el resto de componentes, también necesitan cuidados, revisiones y ciertos hábitos de conducción para que duren lo máximo posible. Firmas como Goodyear llevan años mejorando su eficiencia, durabilidad y seguridad, pero su vida útil también dependerá de cómo los tratemos día a día. Con la atención adecuada, estos neumáticos pueden superar los 50.000 km manteniendo su rendimiento prácticamente intacto.
1Mantén la presión perfecta durante todo el invierno
La presión de los neumáticos puede marcar la diferencia entre un desgaste prematuro y un sorprendente kilometraje. Los neumáticos de invierno están diseñados para trabajar con precisión en condiciones difíciles, pero requieren que la presión sea la adecuada para asegurar un contacto óptimo con la carretera. Si es baja, aumenta la resistencia a la rodadura, el neumático se calienta en exceso y sufre desgaste irregular. Si es demasiado alta, la superficie de apoyo disminuye y el agarre en frío se ve comprometido.
La presión del aire disminuye de manera natural con las bajas temperaturas. Revísala una vez al mes, con los neumáticos en frío, y siempre antes de un viaje largo a zonas de montaña. En caso de tener que ajustarla, hazlo según las indicaciones del fabricante, nunca ‘a ojo’. Con ese simple hábito, no solo alargarás la vida útil de tus neumáticos; también mejorarás la eficiencia del combustible y la estabilidad en curvas y frenadas.








