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martes, 18 noviembre 2025

Juan José (43), mecánico: «No escatimes en el freno cuando llueve»

Pocos conductores son conscientes de que la humedad también influye en los frenos, y la solución no es dejar de utilizarlos.

Cuando la lluvia aprieta, hay varias acciones que todo buen conductor tiene claras: reducir la velocidad, aumentar la distancia de seguridad y encender las luces de cruce. Son los tres mandamientos básicos que todos hemos interiorizado. Pero hay una más que parece fuera de toda lógica, y que muy pocos conductores piensan que tienen que hacer.

Hay un consejo que los mecánicos y conductores más experimentados siempre tienen en mente, y que parece contradecirlo todo. Un consejo que hoy nos explica Juan José, mecánico del que ya hemos compartido algunos consejos. En este caso, recomienda “abusar” del freno cuando hay lluvia intensa. Un gesto que puede salvarnos la vida.

La lluvia y el volante nunca se llevan bien

conducir lluvia coche moderno salpicando agua carretera
Fuente propia

Cuando conduces bajo una lluvia intensa, no solo cae agua del cielo. El asfalto se convierte en un pozo de suciedad. El agua se mezcla con el aceite que gotean los coches, con el polvo, con los restos de goma de los neumáticos y con el ferodo que sueltan las pastillas de freno.

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Esa mezcla se pulveriza y acaba pegada a tus discos de freno. Se crea una finísima película deslizante entre la superficie del disco y la superficie de la pastilla. Es una barrera invisible que lo cambia todo.

Pero el verdadero peligro de esa película de agua y suciedad no es que el coche no frene, porque frenar, frena. El problema es cuándo empieza a hacerlo.

«Tú vas por la autovía, lloviendo a mares, y de repente, el de delante clava frenos. Tu cerebro reacciona y tu pie pisa el pedal a fondo, pero durante medio segundo no pasa nada», explica Juan José.

Ese medio segundo en el que no pasa nada es el momento en que la pastilla de freno está patinando sobre esa película de agua. Tiene que evacuarla, romperla y secar el disco por fricción antes de poder llegar al metal y empezar a detener el coche de verdad.

Puede parecer que medio segundo no es nada, pero si circulas a 100 km/h, tu coche recorre casi 28 metros por segundo. Un retraso de frenada de solo medio segundo significa que has recorrido la longitud de tres coches antes de que el coche empiece a frenar de forma efectiva.

Esos 14 metros son la diferencia entre detenerte a un metro del coche de delante o empotrarte contra su maletero. Este retraso es lo que la DGT y los expertos llaman aumento de la distancia de frenado, pero que rara vez nos explican por qué ocurre a nivel mecánico. Ocurre por esa película de agua.

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¿Qué significa «abusar» del freno?

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Fuente propia/IA

Cuando Juan José dice que abuses del freno, no se refiere a que vayas dando frenazos bruscos. Eso sería una locura y la forma más rápida de activar el ABS y perder el control.

El consejo es mucho más sutil. Se trata de usar el freno de forma proactiva, no reactiva.

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«Cuando vas por la autovía, con lluvia fuerte, y llevas un rato sin tocar el pedal, acostúmbrate a dar un toque muy ligero al freno cada pocos minutos», detalla. «No tienes que reducir la velocidad. No se tiene ni que encender la luz de freno si me apuras. Es solo un roce de la pastilla al disco».

Es una acción que apenas consume combustible y que el conductor de detrás ni notará. Pero mecánicamente, lo cambia todo.

Ese ligero toque genera una cantidad de calor instantánea. El sistema de frenos está diseñado para gestionar temperaturas enormes cuando se le exige. Un pequeño roce es suficiente para elevar la temperatura de la superficie del disco y la pastilla por encima de los 100°C. ¿Y qué pasa a 100°C? Que el agua se evapora.

Al hacer esto, estás utilizando la propia física del freno para secarlo, evaporando esa película de agua de forma controlada. La próxima vez que necesites frenar de verdad, ya sea para una emergencia o para tomar una salida, el disco estará seco y habrás eliminado ese medio segundo de retraso.

¿Cuándo aplicar esta técnica?

lluvia
Fuente: Pixabay

«Si estás en ciudad, no hace falta que hagas nada de esto», matiza el mecánico. «En ciudad vas frenando y acelerando todo el tiempo. Los semáforos, los pasos de peatones… tus frenos ya se mantienen secos y limpios de forma natural por el propio uso».

El peligro real, y el momento de aplicar esta técnica, es en vías rápidas como autopistas y autovías.

Es en esos trayectos largos y monótonos bajo una cortina de agua, donde puedes pasarte diez, quince o veinte minutos sin tocar el pedal del freno. Vas a velocidad de crucero, quizás reteniendo con el motor, pero el freno está frío, mojado y acumulando suciedad. Ese es el escenario más peligroso.

«Ahí es donde tienes que hacerlo», insiste Juan José. «Cada cinco minutos, un toque suave. O al ver un charco grande, después de pasarlo, das un toque para secar lo que haya salpicado. Conviértelo en un hábito».

Al final, conducir en condiciones adversas se reduce a gestionar riesgos. El consejo de Juan José ataca un pilar importante: la eficacia. De nada sirve reaccionar a tiempo si tu coche tarda un segundo de más en obedecer.

La próxima vez que conduzcas bajo lluvia, acuérdate del consejo de Juan José. Un leve toque al pedal en mitad de la recta es un gesto que no cuesta nada y que mantiene tus frenos listos para “morder”.

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