Conducir no solo consiste en manejar un vehículo, sino en convivir con otros usuarios en la carretera. Es una actividad en la que intervienen muchos factores: la técnica, la atención, el respeto a las normas y, sobre todo, la actitud. Y aunque la mayoría de los automovilistas cree que conduce bien, la realidad es que todos —sí, todos— hemos sido alguna vez ese conductor molesto que irrita al resto sin darse cuenta.
Puede ser un simple olvido de poner el intermitente, una maniobra mal calculada o un exceso de confianza que se convierte en imprudencia. Pero la suma de esos pequeños errores genera tensión, estrés y, en ocasiones, hasta accidentes. La convivencia en la carretera depende de gestos tan sencillos como ceder el paso, respetar la distancia o evitar el claxon cuando no hace falta. Y sin embargo, estos detalles siguen siendo los que más conflictos generan entre conductores.
4Conducta agresiva: claxon, gestos y prisas innecesarias
 
                                
                            Hay conductores que parecen estar permanentemente enfadados con el mundo. Tocan el claxon por todo, gritan, gesticulan o hacen luces largas para intimidar a los demás. Ese tipo de actitud, además de molesta, puede desencadenar episodios de violencia vial.
Según la Dirección General de Tráfico, el 30% de los accidentes con conflicto entre conductores tiene como origen una actitud agresiva o impaciente. El claxon, por ejemplo, está pensado para avisar de un peligro, no para desahogar frustraciones. Y sin embargo, muchos lo usan como si fuera una herramienta para exigir paso o expresar enfado.
Las prisas son otro gran enemigo. Cuando el estrés o la impaciencia dominan, el conductor se transforma: acelera más, adelanta sin margen, invade carriles y se convierte, sin darse cuenta, en una amenaza para los demás. Una conducción calmada, paciente y empática es la mejor receta para no entrar en ese círculo vicioso.








