En apenas unos meses, la baliza V16 ha pasado de ser una gran desconocida a convertirse en uno de los dispositivos más buscados por los conductores españoles. La cuenta atrás para su obligatoriedad en 2026 ha comenzado, y muchos automovilistas quieren asegurarse de cumplir con la normativa sin sobresaltos. Pero esta urgencia también ha abierto la puerta a un problema tan habitual como peligroso: la proliferación de productos falsos, incompletos o directamente no homologados.
Los datos lo confirman con cifras preocupantes. Según los últimos estudios, casi 3 de cada 4 conductores reconoce sentir inquietud ante la posibilidad de comprar una V16 que no cumpla con los requisitos legales. El temor a los timos no es infundado, y por eso conviene saber exactamente qué hay que mirar antes de pasar por caja.
1El auge de la V16 y el caldo de cultivo para el engaño
La nueva normativa de señalización de emergencias ha situado a la V16 en el centro de todas las conversaciones sobre seguridad vial. Su uso pretende reducir atropellos y riesgos en carretera, evitando que el conductor tenga que bajar del vehículo para colocar los triángulos. Una idea lógica, eficaz y respaldada por la DGT. El problema aparece cuando la demanda se dispara y el mercado no siempre responde con productos fiables.
Cientos de anuncios online, marketplaces y ofertas llamativas prometen balizas V16 a precios irrisorios. Muchas de ellas no cuentan con conectividad real, no están certificadas o directamente imitan el aspecto de modelos homologados. Pero el consumidor medio, con prisa y poco conocimiento técnico, es el blanco perfecto para estos timos.







