El mundo del motor vive una transición acelerada. Electrificación, normativas más estrictas y combustibles alternativos prometen cambiar las reglas del juego. Estados Unidos ha puesto sobre la mesa una alternativa que está generando un auténtico terremoto en la industria del automóvil y podría redefinir el futuro de millones de vehículos diésel. Y lo mejor —o peor, según a quién se pregunte— es que ya está aquí.
Este nuevo combustible aterriza con una promesa casi imposible de ignorar: es más barato, reduce emisiones, mejora el rendimiento y puede utilizarse sin modificar nada en el coche. Para los conductores europeos, esta opción representa un soplo de aire fresco, dado el elevado precio del gasóleo. Para los fabricantes y petroleras, un desafío que podría cambiarlo todo.
1Un descubrimiento que ya no es futurista
El combustible alternativo del que todo el mundo empieza a hablar es el HVO (aceite vegetal hidrotratado), aunque en Estados Unidos lo conocen como ‘renewable diesel’. Se está produciendo a escala industrial y ya mueve flotas enteras de camiones, autobuses e incluso maquinaria pesada en diversos estados norteamericanos.
El HVO se obtiene a partir de residuos —aceites usados de cocina, grasas animales o subproductos agrícolas— transformados mediante hidrogenación. El resultado es un combustible limpio, estable y con tan alta calidad que puede sustituir al diésel fósil en cualquier vehículo, sin necesidad de modificar el motor, los inyectores o la electrónica. Para el conductor, repostar HVO es exactamente igual que echar gasóleo, pero con beneficios añadidos.








