Dejar el coche aparcado durante mucho tiempo puede parecer algo sin importancia. Igual vas a tomarte unas largas vacaciones, o ahora teletrabajas mucho y no te tienes que desplazar para nada. O tal vez tienes un segundo vehículo que apenas usas. Piensas que está seguro y protegido, solo acumulando una fina capa de polvo. Pero la realidad es que el tiempo y la inactividad puede acabar con una visita al taller y una factura que te dolerá en el bolsillo.
La buena noticia es que la solución para evitar este desastre es muy sencilla y no te costará ni un céntimo. No hay que comprar productos milagrosos ni hacer mantenimientos complejos. Solo tienes que seguir el consejo de los que más saben de coches..
¿Por qué un coche no puede quedarse solo parado?

En realidad, un coche está diseñado para moverse. Todos, desde los líquidos hasta los componentes electrónicos dependen del funcionamiento regular para mantenerse en óptimas condiciones. Cuando lo dejas parado, es como si le pidieras a un atleta que se quede en el sofá durante meses. Se atrofia.
Un coche parado es un coche que envejece prematuramente. La gente piensa que no usarlo lo conserva, y es justo al revés. La inactividad es uno de sus peores enemigos, a veces peor que hacer miles de kilómetros. Lo que se estropea no es una sola cosa, sino una cascada de pequeños problemas que acaban convirtiéndose en una gran avería.
Una de las piezas que más sufre el abandono es la batería, que se va descargando lentamente. Aunque tu coche esté apagado, siempre hay un consumo residual de energía. La memoria de la radio, el reloj, la centralita o el sistema de alarma siguen consumiendo electricidad, muy poca, pero de forma constante.
El alternador es el encargado de recargar la batería, pero para ello necesita que el motor esté en marcha. Si el coche no se mueve durante semanas, esa pequeña fuga de energía acaba agotando por completo la batería. A veces se puede recuperar con un cargador, pero muchas otras pierde gran parte de su capacidad para siempre y no queda más remedio que cambiarla. Y eso ya es un primer gasto que podrías haber evitado.
Además, dentro de tu coche circulan fluidos como el aceite del motor, el líquido refrigerante, el líquido de frenos e incluso el combustible, todos ellos esenciales para el funcionamiento del motor. Cuando el coche está parado, no solo están estancados, sino que pueden deteriorarse.
Los neumáticos soportan todo el peso del coche, y si el vehículo permanece inmóvil en la misma posición durante semanas o meses, la sección de la goma que está en contacto con el suelo se deforma. Es lo que se conoce como plano de rueda o flat spot. Al principio, esta deformación es temporal y desaparece tras rodar unos kilómetros. Pero si el coche está parado durante mucho tiempo, puede volverse permanente. Esto se traduce en vibraciones muy molestas al conducir, un desgaste irregular de la banda de rodadura y, en el peor de los casos, la necesidad de cambiar un juego de neumáticos que, en realidad, estaba casi nuevo. A esto hay que sumarle que, con el tiempo, las ruedas pierden presión de forma natural, lo que agrava aún más el problema.
La solución para evitar el deterioro: arrancar y dar una vuelta

Ahora que entiendes el porqué, vamos a lo importante: la solución. Y lo cierto es que es tan simple que parece mentira. Lo ideal es arrancar el coche una vez al mes. Aunque no vale de cualquier manera. Arrancar el coche, dejarlo al ralentí 30 segundos y apagarlo es casi peor que no hacer nada. Para que este gesto sea efectivo de verdad, debes seguir un pequeño ritual que apenas te llevará 15 minutos.
Primero, arranca el motor y déjalo al ralentí. Olvídate de dar acelerones en vacío, es perjudicial para el motor en frío. Simplemente déjalo funcionar. El objetivo es que alcance su temperatura óptima de servicio.
Durante este tiempo, el alternador estará cargando la batería, el aceite circulará por todo el motor lubricando y protegiendo cada rincón, y el resto de fluidos se moverán. Aprovecha también para encender el aire acondicionado o el climatizador durante unos minutos. porque el gas del sistema contiene un lubricante que mantiene en buen estado las juntas y el compresor.
Además, lo mejor que puedes hacer después de que el motor haya alcanzado su temperatura es dar una pequeña vuelta con el coche. No hace falta que hagas un viaje largo, con recorrer un par de kilómetros por el barrio o el garaje es suficiente.
Mover las ruedas evitará que los neumáticos se deformen. Al pisar el freno, limpiarás la fina capa de óxido que se forma en los discos y mantendrás los pistones de las pinzas de freno en movimiento, evitando que se agarroten. También estarás lubricando la caja de cambios y moviendo los elementos de la suspensión. Es, en definitiva, un chequeo completo y dinámico que tu coche te agradecerá
Un pequeño gesto para tu coche, un gran ahorro para tu bolsillo

La próxima vez que pienses en dejar tu coche acumulando polvo en el garaje, recuerda el consejo de Juanjo. Arrancar el coche y salir un poco es lo mejor que puedes hacer para evitar problemas de deterioro. Es un pequeño gesto que te ahorrará mucho dinero, muchos problemas y te garantizará que, cuando de verdad lo necesites, tu coche responderá a la primera.