Con la llegada del frío, las mañanas se vuelven más duras, y no solo para nosotros. Cuando bajan las temperaturas, el coche también sufre; y pocos momentos generan tanta frustración como girar la llave o pulsar el botón y ver que el motor no responde como debería. El invierno es una prueba de resistencia para muchos componentes. Si no se han cuidado bien, el arranque puede convertirse en un auténtico dolor de cabeza.
El frío no avisa, y los problemas suelen aparecer cuando menos lo esperas: antes de ir a trabajar, camino de un viaje o justo el día que más prisa tienes. Por eso, adelantarse a estas situaciones es clave. Con un poco de prevención y siguiendo estos sencillos consejos, podrás evitar sustos innecesarios y asegurarte de que tu coche arranca a la primera. Incluso en los días más fríos del año.
1¿Por qué el frío afecta tanto al arranque del coche?
Las bajas temperaturas tienen un impacto directo en el funcionamiento del vehículo, y el primer elemento que suele pagar las consecuencias es la batería. Con el frío, su capacidad para generar energía se reduce notablemente. Ello significa que, aunque durante el resto del año funcione con normalidad, en invierno puede no ser capaz de suministrar la potencia necesaria para poner en marcha el motor.
Además, el aceite del motor se espesa cuando hace frío, dificultando su circulación en los primeros segundos tras el arranque. El motor necesita entonces un esfuerzo extra para girar, lo que exige todavía más energía a una batería que ya está trabajando al límite. El resultado es ese arranque lento, forzado o directamente fallido que tantos conductores sufren cada invierno.








