Cuando llega el invierno, las carreteras secundarias se convierten en uno de los escenarios más delicados para los conductores. Son vías menos iluminadas, con trazados más estrechos, curvas cerradas y un mantenimiento desigual que se complica aún más con la lluvia, la nieve o el hielo. Aunque muchos conductores creen que el verdadero peligro está en las grandes autopistas, lo cierto es que la mayor parte de los accidentes graves se concentra en las llamadas «vías convencionales». Y cuando el frío aprieta, esos riesgos se multiplican.
Pese a ello, miles de conductores utilizan a diario este tipo de carretera para ir al trabajo, volver a casa o desplazarse a pueblos cercanos. Por eso, circular por ellas en invierno no solo requiere prudencia: exige anticipación, preparación y una actitud distinta a la que adoptamos en otros entornos. Con estos cinco consejos tendrás más garantías de llegar siempre a tu destino sin sobresaltos.
2Ajusta la velocidad a las condiciones: en carretera secundaria, correr es perder
Las carretera secundarias tienen una particularidad: la velocidad máxima permitida rara vez coincide con la velocidad segura en invierno. Por eso, uno de los consejos más repetidos —y más ignorados— es reducir la velocidad. No se trata de circular lento por obligación, sino de adaptar el ritmo a la climatología, la iluminación y el estado del asfalto.
Cuando hay lluvia intensa, placas de hielo o niebla, el coche necesita mucha más distancia para frenar y la adherencia cae a niveles peligrosos. Además, en estas vías es habitual encontrarse con curvas sin peralte, animales sueltos, obstáculos inesperados o tramos sin arcén. Ajustar la velocidad no solo te permite reaccionar con más margen; también reduce la posibilidad de que el vehículo pierda tracción en un cambio de rasante o una curva cerrada. En invierno, la velocidad prudente no es opcional: es supervivencia.








