¿Alguna vez has sentido que, tras el cambio de hora, conducir se vuelve más incómodo, incluso aunque sea el mismo trayecto? No es casualidad. Con la llegada del horario de invierno, ajustamos el reloj, pero el cuerpo y los sentidos necesitan tiempo para adaptarse. La Guardia Civil advierte: este pequeño ‘desfase’ aumenta los riesgos y pone a prueba nuestra capacidad de reacción al volante.
El paisaje cambia, la luz desaparece antes y tu nivel de atención no es el mismo. De repente, vuelves a casa de noche, te sientes más cansado y los reflejos parecen ir un paso por detrás. El cambio de hora no solo modifica el entorno, también afecta a nuestra mente y a nuestro cuerpo. Por eso, entender cómo influye en la conducción es clave para seguir circulando de forma segura.
5La climatología se complica
El horario de invierno suele ir acompañado de condiciones meteorológicas adversas: lluvia intensa, niebla, viento, hielo… La Guardia Civil aconseja ‘leer’ el asfalto para detectar charcos o regueros que puedan provocar aquaplaning. El agarre del neumático disminuye y el tiempo de frenado se alarga: aumenta la distancia de seguridad y reduce la velocidad.
Presta atención también a cambios de rasante y curvas mal iluminadas. Al entrar o salir de zonas con distinta iluminación, el ojo necesita unos segundos para adaptarse, segundos críticos si aparece un vehículo o peatón inesperado. ¿La clave? Anticiparse. Observa no solo el camino, también las luces de los coches que van por delante; puede ayudarte a saber qué ocurre.








